La crisis de la cultura en Chile: impactos socioeconómicos del Covid-19
Por Nicolás del Valle, coordinador para Chile de Cultura de la Unesco
La crisis sanitaria y económica causada por el Covid-19 en el campo cultural ha sido catastrófica en todos los niveles. Con un impacto en lo social, económico y político, la crisis ha afectado el derecho fundamental de las personas a la participación en la vida cultural, y los derechos sociales y económicos de los artistas y los profesionales de la creatividad y el patrimonio. Según el monitoreo global de los impactos y respuestas a la crisis realizado por la Unesco, un total de 128 países cerraron por completo sus instituciones culturales durante los primeros meses de confinamiento, exacerbando la situación de vulnerabilidad económica de los agentes del sector, principalmente compuesto por trabajadores independientes generalmente desprovistos de cotizaciones previsionales y remuneraciones regulares y estables.
Si bien es cierto que los agentes culturales y artísticos han desplegado nuevas estrategias de difusión y acceso a su trabajo por medios digitales en el contexto de la pandemia, la brecha de conocimiento respecto de la oferta cultural online plantea la urgencia de comprender que la conectividad es una condición para el acceso, pero no es suficiente para una participación cultural de los públicos. Para ello no solo se requiere una mayor y mejor formación de los públicos, sino fortalecimiento de las capacidades de los formuladores de políticas públicas y agentes relevantes.
No obstante, no todos los agentes culturales logran adaptarse del mismo modo, sobre todo cuando el modelo de financiamiento de la cultura ha descansado en la flexibilidad laboral, la concursabilidad de fondos públicos y la independencia contractual de quienes trabajan en el sector.
El impacto económico de la crisis también ha puesto en riesgo la estabilidad de los empleos formales en el sector. Un ejemplo de la profundidad de esta crisis es el caso del Cirque du Soleil que se vio obligado a despedir al 95% de su fuerza laboral en marzo de 2020. Asimismo, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) ha informado que el 95% de los aproximadamente 60.000 museos existentes en el mundo están cerrados debido a la pandemia del Covid-19. De ellos, cerca del 13% no volverá a abrir (junio de 2020).
En el caso de Chile, gran parte del trabajo en el sector cultural se realiza de manera informal o independiente, lo cual puede ser corroborado en el “Catastro de estado de los agentes culturales y artísticos /Covid-19″, realizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Según dichos datos, “la gran mayoría de los participantes de la consulta son trabajadores (as) independientes (85,1%), frente a un 10,7% de ellos que declaran trabajar bajo un contrato”.
La información y datos disponibles sobre el sector cultural corroboran que un 70% de los trabajadores pertenecientes a las artes visuales no tienen contrato de trabajo, situación que se hace extensible a los sectores de las Artes Escénicas y la Música. Estas condiciones disminuyen las capacidades del campo cultural para responder a las crisis, lo cual coincide con los primeros resultados del Monitoreo Nacional trabajadoras/es de la cultura del Observatorio de Políticas Culturales. Este estudio indica que cerca del 81% de los trabajadores de la cultura disminuyó sus horas laborales o ya no trabaja en su principal actividad cultural, y que el 69% sufrió la baja de sus ingresos en comparación con un mes de un año normal.
Diseñar e implementar una estrategia de recuperación del sector cultural podría beneficiar no solo a quienes participan de los procesos de creación, gestión, mediación, salvaguardia y conservación, sino también a otros sectores y servicios auxiliares. Un claro ejemplo es el del sector turístico, que, según la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, ha sufrido restricciones totales o parciales en el 96% de todos los destinos mundiales desde fines de enero.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo señala que hasta 75 millones de empleos en el sector de viajes y turismo están bajo amenaza inmediata, lo que equivale a una pérdida de US $2,1 billones en 2020. En Chile, de acuerdo a las estimaciones preliminares realizadas luego del confinamiento y el cierre de la oferta turística, la Federación de Empresas de Turismo (Fedetur) ha indicado que las pérdidas en el sector se acerarían a los US$ 3.900 millones, lo cual expone la urgencia de una respuesta multisectorial en la materia. El turismo cultural y sostenible es uno de los que podrían considerarse como prioritarios para recuperar al sector de la cultura y para fortalecer el desarrollo de comunidades y ciudades.
Frente al desafío de atender las condiciones laborales y de seguridad social de las y los trabajadores de la cultura emerge el reto de repensar las políticas de financiamiento de la cultura. A corto plazo, es urgente desarrollar políticas conducentes a lograr una mayor formalización del empleo en el sector. Esto requiere de fortalecer el diálogo con los ministerios de Hacienda y Economía para atender las necesidades económicas específicas del sector.
A mediano y largo plazo, aparece la exigencia de repensar esquemas como la concursabilidad como el mecanismo de fomento más significativo para los emprendimientos culturales, así como explorar modos más directos de fortalecer a los proyectos culturales en el campo de las artes y el patrimonio. Para ello habrá que concitar esfuerzos y voluntades para pensar los futuros de la cultura en Chile desde sus territorios y ciudades.
En tiempos de crisis, las artes y el patrimonio brindan una conexión con las comunidades y las sociedades y nos permiten lidiar con nuestros dolores y preocupaciones. Pero hoy la urgencia es pensar el futuro de nuestras sociedades y preguntarnos cómo promover con aún más fuerza la transición a un modelo de desarrollo más sostenible y basado en la creatividad. Para avanzar en esta tarea, la cultura cumple un papel estratégico.
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