La emergencia sanitaria y la responsabilidad del gobierno
Por Fernando Atria, presidente del partido Fuerza Común (en formación)
Por semanas y meses, el gobierno fue advertido de que su estrategia sanitaria no era adecuada, de que la información entregada era defectuosa o derechamente falsa y de que eso tendría dramáticas consecuencias. La respuesta fue siempre la misma: descalificar a los críticos, acusarlos de buscar ventajas pequeñas, de ignorar que era el momento de colaborar y no de criticar, etc.
Pero los críticos tenían razón. Los cálculos por los que la periodista Alejandra Matus fue ridiculizada eran, en buena parte, correctos; la “nueva normalidad” ha costado vidas y sufrimiento; en palabras del propio ministro de Salud, los supuestos que lo habían “seducido” eran falsos, y se “derrumbaron como castillos de naipes”.
Ahora el gobierno debe asumir su responsabilidad por todo esto. Pero la política que conocemos no entiende la idea de responsabilidad política. Y como no la entiende, nunca la asume.
Es que la política que conocemos cree que la responsabilidad política es puramente performativa; que para asumir responsabilidad política basta decir “yo asumo responsabilidad política”, sin que eso tenga mayor consecuencia. Esto, por cierto, no es asumir responsabilidad, es burlarse del público.
La otra responsabilidad, la que es de verdad, es jurídica. Y entonces las formas creadas para exigir responsabilidad política se han progresivamente juridificado, alcanzando niveles ridículos. Hoy un ministro acusado constitucionalmente no se defiende por sí mismo, sino contrata abogados defensores; y los senadores en esos procedimientos fingen una imparcialidad que es manifiestamente absurda, autoinhibiéndose de opinar como si fueran jueces y les fuera aplicable el artículo 195 Nº8 del Código Orgánico de Tribunales.
El resultado es que nadie asume responsabilidad política. Pero eso no quiere decir que ella no exista. Cuando una autoridad no asume su responsabilidad se la endosa al gobierno del que es parte; cuando un gobierno no asume su responsabilidad se la endosa al sistema político en general, porque el hecho de que pueda eludir exitosamente su responsabilidad muestra que la “clase política” se cuida entre ella más allá de sus aparentes diferencias. Y esta deslegitimación del sistema político implica una reducción de sus posibilidades de acción que en las condiciones actuales puede tener consecuencias terribles.
Hoy necesitamos una estrategia sanitaria que sea reconocida como adecuada por la población para que pueda ser eficaz. Eso no ocurrirá mientras el gobierno no asuma su responsabilidad. Ya no es suficiente la salida del ministro de Salud, el gobierno debe asumir que ya no puede decidir unilateralmente qué hacer, y debe hacerlo en conversación genuina con las sociedades científicas, la atención primaria de salud, los colegios profesionales, etc. Cada día que pasa sin que esto ocurra el daño causado a la población y al futuro de Chile aumenta.
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