La encrucijada de Aysén

Hallan cuerpo sin vida de adolescente desaparecido mientras navegaba en Aysén


SEÑOR DIRECTOR:

El 29 de febrero se votará en Aysén una solicitud que pone en jaque el potencial económico, la soberanía y el bienestar de las familias de la región y de Chile.

En la Comisión Regional de Uso de Borde Costero se definirá el destino de dos solicitudes de Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios. Una encrucijada que tiene a los habitantes de Aysén en alerta para que la Ley Lafkenche no les arrebate sus sueños.

Esta normativa, cuyo espíritu original es bueno, tiene vacíos legales que permiten un uso abusivo. Hoy Isla Huichas y Cisnes están siendo objeto de una distorsión de los fines primigenios con que fue concebida la Ley Lafkenche, siendo presa del uso individual de unos pocos por sobre el bienestar colectivo, y sin ningún argumento transparente y contundente que valide una decisión de dicha envergadura. Sería un buen ejercicio de probidad visibilizar de qué manera CONADI realiza sus informes para validar estas solicitudes.

¿Es justo otorgar 600 mil hectáreas de mar a un reducido grupo de 38 personas? Con fecha 14 de febrero dos comunidades indígenas ya desistieron reclamar Isla Huichas. Así, la solicitud por esta zona quedó estipulada en otorgar 393.792 hectáreas para once individuos.

Es en momentos como éste cuando los habitantes de Aysén deben defender sus intereses regionales con la férrea convicción de que el bien común debe primar por sobre los beneficios particulares que hipotecan el desarrollo futuro colectivo.

Sentimos el mayor respeto por la comunidad indígena. Lafkenche en mapudungun significa “gente del mar”. ¿Acaso los pescadores artesanales no son “gente del mar”? El 80 por ciento de ellos desciende de pueblos originarios. ¿Los trabajadores salmoneros tampoco son gente del mar?

No es razonable aprobar esta solicitud por la magnitud que tiene, la compleja jurisprudencia que establece y el conflicto que podría generar entre comunidades. Su impacto podría ser muy negativo e improvisar con el destino de las familias de Aysén no es justo ni prudente.

Loreto Seguel

Directora ejecutiva Consejo del Salmón