Opinión

La “extrema derecha” o la nada

Santiago 7 de abril 2025. El Presidente de la Republica, Gabriel Boric, recibe los Honores de la Guardia del palacio de la Moneda. Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

El Presidente Gabriel Boric dictó esta semana una clase magistral en la Universidad de Brasilia. En un discurso lleno de apelaciones a la hermandad de nuestros pueblos y de referencias históricas -la trayectoria de nuestras repúblicas le parece hoy objeto de mayor admiración-, el mandatario quiso aprovechar la oportunidad para convocar al progresismo a la importante tarea de “defender la democracia”. En una agenda no demasiado original -la misma levantada por Michelle Bachelet en los últimos años-, el Presidente Boric subrayó el momento de crisis que enfrentan nuestras instituciones, y precisó con claridad su principal amenaza: la “extrema derecha”.

Sin detenerse en evaluar cómo su propio sector ha cuidado (o no) la democracia, el Presidente señaló que la extrema derecha nos propone un “mundo sin reglas ni derechos”, que desconoce los avances alcanzados y aspira a instaurar “la ley del más fuerte”. No explicita ninguna fuerza en concreto, pero sabemos en quiénes piensa: no solo en figuras como Donald Trump, pues la extrema derecha estaría también en Chile, y él mismo se considera parte de su contención temporal. El triunfo que lo llevó a La Moneda en 2021 se presentó entonces como una lucha entre fascismo y democracia. Nuestro Presidente persiste así en el mismo esfuerzo, llamando hoy a resistir las tendencias autoritarias de quienes ponen en duda “los méritos de la democracia”.

Pero Gabriel Boric sabe que la unidad fundada en la pura amenaza de un adversario es precaria, y por lo mismo su discurso reconoce que el progresismo no puede quedarse exclusivamente en “la denuncia”. Es necesario ofrecer algo diferente ante las nuevas demandas ciudadanas, si acaso se quiere volver a convocar a las grandes mayorías. Pero acá terminan de hacerse evidentes los problemas del discurso del mandatario: responder a las necesidades de la gente común tiene como requisito, en palabras del Presidente, que la izquierda vuelva a abrazar todo lo que abandonó. Y la tragedia es que su mundo político es expresión paradigmática de ese abandono. El universalismo, los principios ilustrados reivindicados por las nacientes repúblicas latinoamericanas o el libre mercado -que hoy parece ya no ser equivalente a neoliberalismo-, fueron hasta hace muy poco negados y reducidos a una farsa; al disfraz que ocultó la dominación de nuestros pueblos. El Presidente quiere retomar todo aquello que apenas ayer se impugnó.

Eso explica que la invitación de Gabriel Boric a pasar de la denuncia a la propuesta no tenga hasta ahora demasiado eco. La amenaza a la extrema derecha es lo único que parece funcionar con eficacia, pues no ha habido en Chile propuesta alguna de reemplazo por parte del progresismo de aquello que fue o bien derrotado en el rechazo a la propuesta de la Convención Constitucional en 2022, o bien olvidado por un gobierno que, a la fuerza, tuvo que hacer suyas agendas que nunca quiso. No hay así convicción ni credibilidad para afirmar algo nuevo, y aunque las advertencias al peligro inminente de la extrema derecha copan los discursos de la izquierda, lo hacen con mucho menos éxito que ayer. Ya no es el 2021 y replicar la estrategia será un gesto inservible. El tiempo no pasa en vano. La mejor prueba es que esta semana las etiquetas de machismo o instrumentalización de la mujer atribuidas a José Antonio Kast y republicanos por el plan “Renace Chile” para contener la crisis de natalidad fueron completamente inútiles. Pues lo concreto es que una candidatura que en 2021 planteó eliminar el Ministerio de la Mujer, hoy se puso a la vanguardia instalando justamente a las mujeres en el centro de la discusión publica. Las críticas a las medidas pueden ser muy pertinentes, pero nos guste o no es la asignación de un millón de pesos lo que nos tiene hablando al fin de lo que importa. Habrá que reconocerle algún mérito esta vez a esa derecha. Y el Presidente quizás tenga allí no un peligro para denunciar, sino un ejemplo a seguir.

Por Josefina Araos, investigadora IES

Más sobre:Extrema derechaPresidente BoricLT Domingo

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¿Vas a seguir leyendo a medias?

Todo el contenido, sin restriccionesNUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mes SUSCRÍBETE