La franja de la unidad

franja electoral


Por Paulina Vodanovic, presidenta de Horizonte Ciudadano

Quienes integrarán la Convención Constitucional, es la más importante decisión de los últimos años, por su carácter inédito y por su impacto en nuestra gobernabilidad futura. De ahí la importancia del mensaje que se puede colegir a partir de la recién estrenada franja televisiva.

Analizar si se logra conexión con la ciudadanía, o si simplemente sirve para reafirmar a los convencidos; al parecer, pareciera orientar cada vez menos las decisiones. Pero también hay otros elementos que señalar.

Primero, la distribución de tiempo perjudica la claridad, profundidad y coherencia de los mensajes en una sucesión de números y caras. La disparidad es real y perjudica gravemente a las nuevas opciones. Las más afectadas son las candidaturas independientes que no han logrado convertirse en un aporte sustantivo, más allá de insistir tautológicamente en su “independencia”. Trasladar todas las críticas a los partidos políticos es insuficiente, en especial cuando se viene de esos mismos partidos.

Segundo, hay una gran noticia: los escaños reservados y la convención paritaria ya están empezando a hacer una contribución a la representación del Chile real. Por un lado, y aunque tienen poco tiempo aún, por fin vemos candidaturas que reivindican a los pueblos indígenas en su diversidad. Por otro lado, hay una gran presencia de mujeres en todos los segmentos, con un protagonismo que no habíamos visto en ninguna franja anterior de manera tan transversal. Esto nos recuerda que las normas juegan un rol importante en los cambios culturales.

Tercero, conviven una tendencia de diferenciación y fuertes consensos. Respecto de la diferenciación, esta se da en relación a los contrincantes más cercanos, siendo el interés por distinguirse el único motivo del esfuerzo creativo. Respecto de los consensos, vemos, paradójicamente, que hay muchos: agua, feminismo, diversidad, pensiones dignas, el cambio de modelo productivo, la lógica de derechos y buscar cambios profundos cruzan el espectro de la oposición -e incluso llegan al discurso de derecha-, evidenciando un triunfo en el sentido común predominante. Pero el resultado es una sensación de confusión. La ciudadanía que no quiere más triunfos de la derecha debe interpretar esta contradictoria entrega de mensajes televisivos: ¿Por qué vamos separados si decimos lo mismo?

Esa es la gran conclusión: hay consenso, pero no quedará reflejado en el número de constituyentes electos. El sistema electoral castiga la dispersión; castiga la incapacidad política. Las distintas listas de la oposición visibilizan prácticamente los mismos temas, comparten un tono y un diagnóstico, y eso evidencia su fracaso.

Cosechamos lo que sembramos. Si la suerte ya está echada en la Convención Constitucional, es nuestra obligación aprender de ello para la elección presidencial.

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