La guerra de Putin nos daña a todas y todos

AP

Las acciones de Rusia no solo han violado la soberanía de una nación independiente y democrática, asesinando deliberadamente a civiles inocentes y provocando que las fuerzas rusas sean objeto de graves acusaciones de abusos contra los derechos humanos. Las opciones que ha tomado Rusia también constituyen una amenaza para la economía global. (Columna firmada por los embajadores del G-7, los Países Bajos, Nueva Zelandia y la Delegación de la Unión Europea).



Por los embajadores de Reino Unido, Lousie de Sousa; Alemania, Dr. Christian Hellbach; Unión Europea, León de la Torre Krais; Francia, Pascal Texeira da Silva; Italia, Mauro Battocchi; Japón, Kazuhisa Shibuya; Países Bajos, Carmen Gonsalves; Nueva Zelandia, Linda Te Puni; Canadá, Michael Gort; y el Encargado de Negocios de Estados Unidos, Richard H. Glenn.

Nuestros países, junto a Chile y a la comunidad internacional, están lamentando la pérdida de vidas inocentes y el desplazamiento forzado de millones de personas, causados por la invasión no provocada, injusta e ilegal de Rusia a Ucrania. La invasión rusa viola el derecho internacional y amenaza el orden global basado en normas que ha ayudado a preservar la estabilidad en Europa y que sentó las bases para una creciente prosperidad en todo el mundo. Al igual que nuestros países, Chile ha condenado en Naciones Unidas la invasión rusa y, como muchos de nosotros, Chile está brindando apoyo humanitario a Ucrania.

Si bien el conflicto se desarrolla en Europa del Este, el impacto de la brutal invasión de Ucrania por parte de Putin se está sintiendo en todo el mundo, incluso en Chile. Las consecuencias globales de las acciones de Rusia están afectando a todas y todos, ya que la invasión rusa impacta en la interrupción de las cadenas de suministro globales y los penosos aumentos en el precio de los alimentos y la gasolina. Las decisiones de Putin continúan elevando aún más los precios de los alimentos, que ya eran muy altos, de los productos agrícolas (en particular los fertilizantes) y de la energía. Y, sin embargo, el gobierno ruso trata de convencer al mundo que no es responsable de nada de esto.

Pero es Rusia el país que está bombardeando los campos y las reservas de cereales en Ucrania y que mantiene a los agricultores ucranianos alejados de sus campos, impidiendo que cosechen el trigo y el maíz. Es Rusia el país que está bombardeando ciudades y pueblos y obligando a millones de personas a abandonar sus hogares. Es Rusia el país que está bloqueando los puertos, paralizando la capacidad de Ucrania de exportar alimentos; que saquea las reservas de granos de Ucrania y las envía a Rusia, lo que probablemente desencadenará una escasez de alimentos en todo el mundo.

Las consecuencias de la agresión de Rusia exacerban las tendencias generadas por el impacto económico de la pandemia de Covid-19, lo que incluye, entre otras cosas, cadenas de suministro ajustadas y presiones fiscales. Ucrania y Rusia generan juntos casi un tercio de todas las exportaciones mundiales de trigo y tres cuartas partes de las exportaciones mundiales de aceite de girasol. Como ha señalado el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres: “Rusia está bombardeando el granero del mundo”. Mientras continúa la guerra que Putin eligió librar, los efectos en las cadenas de suministro agrícola y la seguridad alimentaria a nivel mundial se intensificarán a medida que la guerra interrumpa las temporadas de cultivo actuales y futuras en Ucrania y en la región.

Por lo tanto, terminar rápidamente con este conflicto es del interés de todos y todas. Las acciones de Rusia no solo han violado la soberanía de una nación independiente y democrática, asesinando deliberadamente a civiles inocentes y provocando que las fuerzas rusas sean objeto de graves acusaciones de abusos contra los derechos humanos. Las opciones que ha tomado Rusia también constituyen una amenaza para la economía global. Por ello, necesitamos que Rusia cese sus ataques y retire sus fuerzas de las fronteras de Ucrania. Si Rusia lo hace, se pondrá fin a muchas de las interrupciones en el suministro de alimentos y bienes esenciales que actualmente están afectando todo el mundo.

Esta es la razón por la cual nuestros países junto a nuestros socios en la comunidad internacional, estamos haciendo todo lo posible para seguir presionando a Rusia para que ponga fin al conflicto. Las sanciones económicas y las medidas comerciales que hemos introducido en respuesta a la invasión ilegal de Rusia tienen como objetivo debilitar la capacidad de Rusia para mantener su campaña militar ilegal. Esta acción económica es justa y necesaria. Las sanciones internacionales dirigidas a Rusia no son la razón por la cual están subiendo los precios de los alimentos a nivel global y no tienen la intención de evitar las operaciones que habitualmente son necesarias para la exportación de alimentos y fertilizantes. Nuestras sanciones se enfocan en la máquina de guerra de Putin. No se están enfocando en productos agrícolas que apoyan necesidades básicas, tal como el acceso a la comida. El aumento de los costos de los alimentos se debe a las acciones de Rusia, que ha destruido indiscriminadamente la infraestructura civil e impedido que Ucrania exporte sus productos y coseche sus cultivos en el futuro. Está claro que Putin está utilizando la seguridad alimentaria mundial como un arma sobre todo mediante el robo de cereales de las zonas ocupadas en Ucrania y el bloqueo de los puertos ucranianos.

Estamos comprometidos a trabajar con nuestros socios en todo el mundo para mitigar y reducir el impacto del conflicto en nuestras economías. En la medida en que el conflicto continúe, es clave mantener el flujo comercial para garantizar que las perspectivas económicas mundiales no empeoren. Como socios con ideas afines, hacemos un llamado a todos los países para que mantengan el flujo del comercio de alimentos básicos y productos agrícolas. Junto a más de 50 miembros de la Organización Mundial del Comercio, incluido Chile, nos hemos comprometido a mantener los mercados mundiales de alimentos abiertos, predecibles y transparentes para limitar el impacto económico de la invasión rusa a Ucrania. Además, estamos trabajando con instituciones financieras internacionales (IFIs), tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para abordar la crisis de seguridad alimentaria y garantizar cadenas de suministro globales más resilientes. Adherimos al plan de acción que las IFIs publicaron el mes pasado para abordar la inseguridad alimentaria. Además, nuestros países han aportado miles de millones de dólares en asistencia alimentaria de emergencia directa a países que enfrentan inseguridad alimentaria desde que Rusia invadió Ucrania y hemos reforzado nuestro apoyo a través del Programa Mundial de Alimentos y la Alianza Global para la Seguridad Alimentaria (GAFS, por sus siglas en inglés)

Además de acarrear devastación a Ucrania, la guerra de Putin arriesga llevar a la hambruna a millones de personas en todo el mundo. Los intentos de Rusia de culpar a otros por las consecuencias económicas de su agresión deben ser condenados. Está claro quién tiene la culpa. Cuanto antes termine la guerra innecesaria de Putin, mayores serán las posibilidades de que el mundo controle esta peligrosa disrupción a la seguridad alimentaria global.

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