La hora de la política y el multilateralismo
Jorge Ramírez Flores e Ignacio Silva Santa Cruz son académicos del Programa Salud Global de la Escuela Salud Pública Universidad de Chile.
Después de dos años de pandemia y tras la elección del presidente que regirá al país los próximos 4, resulta urgente reflexionar sobre cómo la política internacional de Chile moldeará el futuro próximo de la amenaza sanitaria.
Variadas publicaciones científicas han alertado respecto del cierre de la ventana de oportunidad para disminuir razonablemente la amenaza del COVID-19 a escala global. Esta oportunidad se construyó gracias al acelerado y exitoso desarrollo de vacunas contra la enfermedad, y se desechó irremediablemente al dejar la distribución de ellas al albedrío unilateral de los países más poderosos. El 75% de la población en los países de altos ingresos ha recibido al menos una dosis de vacuna COVID-19 en comparación con el 46% en los países de ingresos medio-bajos y solo el 7% en los países de ingresos bajos.
Esto permitió, y seguirá permitiendo, el desarrollo de variantes virales de distinto nivel de peligrosidad. En simple, los países con más recursos han logrado (aunque sea parcialmente) proteger a su población de la infección en su forma actual, y las naciones más pobres, desprotegidas, se han transformado en verdaderas incubadoras de variaciones potencialmente más contagiosas o más letales del virus. Cada nueva transmisión entre personas constituye un peligro de mutación: el mismo número de vacunas, repartidas homogéneamente en la población mundial, permitiría disminuir de manera radical este riesgo.
Todo esto no solo deja una oleada de sufrimiento e injusticia global entre la población permanentemente más vulnerable (lo cuál sería por sí sola una razón para buscar alternativas); si no que, desde una perspectiva tal vez más pragmática, prolonga la duración de la pandemia, amenaza constantemente la efectividad de las vacunas aprobadas, y profundiza el impacto social y económico para todo el mundo. Literalmente.
¿Cuál será la estrategia sanitaria y de política internacional del nuevo gobierno? Su programa contempla modificaciones profundas al sistema de atención de salud hacia un sistema unificado y universal de financiamiento de la atención de salud, y tiene un fuerte énfasis en el multilateralismo latinoamericano en política exterior.
Desde su actual posición de ventaja en cuanto a protección inmunitaria, ¿persistirá Chile en su política de privilegiar la vacunación de toda su población de manera periódica? Si opta por ello, como indicaría una lógica inicial, sin liderar, al menos en Latinoamérica, el avance de la distribución de dosis en las regiones más carenciadas, estará contribuyendo sin duda a la perpetuación del daño pandémico en el tiempo.
Por ejemplo, una mayor tasa de vacunación en regiones limítrofes, habitual y principal fuente de inmigración hacia Chile, incluso a expensas de una menor tasa de vacunación a nivel nacional, podría significar un mayor impacto positivo para el país y sus vecinos.
¿Podrá el nuevo gobierno conducir una discusión informada para dar sustento a decisiones que pueden resultar altamente polémicas y complejas para la opinión pública? Llegó la hora de la política y el multilateralismo. Esto requiere conocimiento basado en la evidencia, acción coordinada y global, liderazgos fuertes y comprometidos y, sobre todo, una mirada solidaria-comunitaria en lo ideológico y pragmática en la acción
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