La impostura de Boric

El diputado y candidato presidencial Gabriel Boric en un punto de prensa en el Congreso.


Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

Gabriel Boric eligió un camino para ofrecer a los chilenos en su intento por llegar a la Presidencia. Un camino consistente con la trayectoria del Frente Amplio y su aliado el Partido Comunista. Las acciones terroristas en La Araucanía que privaron de trabajo, bienes e incluso la vida a muchos eran denominadas reivindicaciones del pueblo mapuche y lucha por sus derechos. El infierno en que fue convertida la Plaza Baquedano y su entorno para quienes viven cerca de ella, instalaron un negocio para emprender o simplemente les tocó trabajar en esa zona para procurarse el sustento, fue considerado un daño colateral por Boric, que lejos de empatizar con estas personas apoyó a los llamados “presos de la revuelta”, los visitó en la cárcel y ensalzó a los jóvenes de la “primera línea” como héroes. Pretendió también favorecerlos con un indulto que dejara impunes sus crímenes y delitos.

El desprecio de Gabriel Boric a los miles de chilenos afectados por las acciones violentas que pretendieron evitar que Sebastián Piñera terminara su mandato presidencial se manifestó a cada momento. Su prepotente reto a militares y carabineros que cumplían con su deber constitucional de resguardar el orden público, las acciones de sus aliados, que se tomaron el INDH para protestar por la prescindencia política con que su director intentó cumplir su mandato, contribuyeron a menoscabar y a dificultar la acción de Carabineros, institución denostada por políticos del Frente Amplio e insultada por sus partidarios en distintos lugares de Chile.

En las elecciones del domingo pasado, Boric perdió su apuesta. José Antonio Kast, en cambio, ofreció un camino del todo opuesto al del candidato del Frente Amplio y los comunistas. El combate a la violencia delictual y política fue el eje central de su campaña, el apoyo decidido a las Pymes, ahogadas por el duro golpe del estallido y la posterior pandemia, se transformó en una de sus principales causas, entendiendo que los chilenos no querían una revolución sino un país que les permitiera surgir, en condiciones más justas, pero sin violencia sino en paz. Por eso Kast ganó con holgura en toda La Araucanía, poniendo en evidencia la falsedad ideológica de la supuesta lucha mapuche que Boric apoya y muchos periodistas avalan desinformando a los chilenos.

Hoy, enfrentado a la segunda vuelta, Boric ha decidido tirar a la basura su apuesta y tratar de convencer a los chilenos de que es una blanca paloma de la paz. Ya no solo tiene la apariencia de un joven peinado por su mamá, dice ahora que no indultaría a quienes quemaron iglesias, pese a que apoyó hacerlo. Al día siguiente, no obstante, vota por no renovar el estado de excepción en La Araucanía. Los chilenos quieren hechos y no palabras y debieran tratar a quien intente tal impostura con la dureza que merece el calificativo que lo define.

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