La innovación en tiempos de pandemia
Por Anil Sadarangani, director de Innovación UAndes
Pese a las advertencias que los científicos pudieron haber tenido sobre el coronavirus y la posibilidad cierta de vivir una nueva pandemia, tanto el mundo científico, sanitario y económico, no estaban preparados, y las cifras de cualquier país así lo demuestran. Mientras, el caso sigue vivo y, por lo tanto, plantear conclusiones es un ejercicio trivial.
Sin embargo, desde ya podemos adelantar que una de las principales lecciones del coronavirus es haber desnudado la fragilidad propia de un castillo de naipes de una economía basada en la subcontratación y en el inventario “just-in-time”, con todas las externalidades que esto implica (estoy pensando en las 22 millones de solicitudes de ayudas por desempleo registradas en Estados Unidos entre las dos últimas semanas de marzo y las dos primeras de abril).
Un dato útil para comprender por qué la cadena de suministro es tan vulnerable es considerar la rapidez de su evolución. China se unió a la Organización Mundial del Comercio recién el año 2001 y solo nueve años más tarde (2010) superó a Estados Unidos como la principal potencia industrial. Otro dato: entre 2002 y 2003, durante la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) y según datos del MIT, China representó el 4,31% del PIB mundial. Hoy esa cifra llega al 16%.
¿Qué explica este número? Para las empresas occidentales es más barato fabricar en China que en casa. Prácticamente todo lo que está a nuestro alrededor, desde el teléfono hasta el auto, la ropa y lo que está enchufado a la pared, son potenciales víctimas de cualquier estornudo en los mercados asiáticos. Durante el año 2012, después del tsunami que azotó a Japón, no se podía comprar un solo Toyota (recordemos que el Corolla es el auto más vendido del mundo) de color rojo. ¿Por qué? El único proveedor encargado de ese pigmento estaba “fuera de línea". Otras marcas como Apple, Fiat-Chrysler y Hyundai ya han advertido sobre posibles restricciones de suministro debido a la excesiva dependencia de sus proveedores.
Si algo nos ha enseñado esta crisis es que somos peligrosamente sobredependientes de una cadena de suministro global. Llegó el momento de replantear las actuales estrategias y generar nuevas y mejores capacidades locales. Una salida, no la única, por cierto, es más inversión en investigación y desarrollo. Cuando todo esto pase descubriremos que existe una masa crítica y capacidad instalada para responder a desafíos tan exigentes como el coronavirus. El desafío es convertir en realidad aquello de que toda crisis es una oportunidad.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.