La pandemia de problemas de salud mental post coronavirus: la vacuna está en la mesa
Se reconoce que en muchas personas que sufren trastornos mentales, los cambios significativos en el desarrollo de la personalidad parecen haber ocurrido durante periodos de crisis bastante cortos. Esta asociación planteada ya en 1963 por Gerard Caplan en su libro Principios de Psiquiatría Preventiva se hace más vigente aún en las circunstancias que vivimos en Chile a raiz de la pandemia del coronavirus, las que en mi opinión constituyen el momento más complejo por el que hemos pasado como país desde la vuelta a la democracia, complejidad amplificada por el estallido social previo.
Caplan plantea que “estos problemas radican por lo común en situaciones nuevas que el individuo no puede manejar rápidamente con los mecanismos de superación y defensa que ya posee. Los problemas son a la vez serios e inevitables: la muerte de una persona amada; la pérdida o el cambio de empleo; alguna amenaza a la integridad corporal por enfermedad, (…)”. Podemos reconocer claramente que alguno de estos problemas afectan hoy a muchas personas en nuestro país, y desafortunadamente, en numerosos casos están presentes los tres.
Si pensamos en la “amenaza a la integridad corporal por enfermedad”, las cifras oficiales ya superan los 300 mil contagiados por coronavirus, y respecto a “la muerte de una persona amada”, se registran cerca de 10 mil fallecidos por esta causa, habiendo casos terribles en los que se sufre el duelo de más de un familiar.
Debemos sumar, entre otros casos críticos, a las personas afectadas por la hospitalización de un ser querido (que por lo general es prolongada y trae consigo un temor constante ante la posibilidad de su muerte), y los casos en que se ven afectados ambos padres (o las figuras de apego) de niños que deben quedar a cargo de un cercano, cuyos aportes positivos o negativos en este periodo de mayor vulnerabilidad serán de vital importancia.
Por otro lado, “la pérdida o el cambio de empleo” es noticia de todos los días, ya sea directamente como cesantía o con una solución claramente insuficiente, que consiste en un seguro que va decreciendo los primeros meses (lo que no guarda ninguna lógica con las condiciones que empeoran progresivamente con el paso del tiempo). También está la situación de trabajadores independientes, dueños de pymes, quienes han visto una notable reducción de sus ingresos (incluso algunos refieren haber llegado literalmente a cero).
No cabe duda de que hay un montón de otros “problemas serios e inevitables” que podríamos seguir nombrando, pero basta con estos ejemplos para poner de manifiesto que después de este periodo habrá un enorme número de personas que tendrá un alto riesgo de desarrollar un problema de salud mental.
Esto hace ineludible la necesidad de planear un programa sistemático que tenga como objetivo reducir la aparición de nuevos casos en la comunidad, es decir, un programa de prevención primaria, para el cual sería de sumo valor tener en cuenta el modelo sugerido por Caplan, en el que al tiempo que se distinguen y exploran factores que influyen sobre la salud y enfermedad mental, incluyendo las crisis nombradas, también se reconoce la influencia de factores socioculturales, familia, miembros claves de la comunidad y agentes profesionales en la resolución de dichas crisis, coordinados en programas de salud mental desplegados en los territorios y comunidades, tal como hoy propugna el Modelo Comunitario de Atención en Salud Mental.
Hace algunas semanas el gobierno comunicó el lanzamiento del Programa Saludable Mente, que en su origen pretendía ser una plataforma digital de información y coordinación, pero que por la fuerza de los hechos se ha constituido en una Mesa de Trabajo que integra académicos, organizaciones científico-gremiales de profesionales y actores en la red pública de salud, a la cual se han invitado representantes de usuarios, generando una oportunidad de capitalizar desarrollos previos y avanzar en soluciones concretas, intersectoriales e integradas con la comunidad, para dar respuestas integrales en prevención, tratamiento, cuidados y reparación, las que no dependen sólo de acciones institucionales del sector salud, por pertinentes que estas sean.
¿Estará nuestro país a la altura de este desafío? Llamo a nuestras autoridades a apoyar las iniciativas de trabajo comunitario e interesectorial, pensando de verdad en los chilenos. Estas constituyen la vacuna que puede evitar que seamos arrasados por una nueva pandemia, la pandemia de los trastornos mentales.
* Médico. Residente del Programa de Especialización en Psiquiatría Adultos, Unidad Académica Centro/Sur, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Santiago
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