La pandemia y las desigualdades de género

Tipos de mascarillas durante la pandemia por Covid-19.

La crisis desatada por el Covid-19 dejó en evidencia que aún queda mucho trabajo por hacer para revertir la brecha que existe entre hombres y mujeres.



En los últimos años, Chile ha venido dando pasos importantes para reducir la profunda brecha de género que existe en el país. En 2020, el Global Gender Gap Index, que evalúa la situación de igualdad entre hombres y mujeres en 153 países, ubicó a Chile en el puesto 57, siete puestos más arriba de lo que sucedía a fines de la década anterior. Un avance que, si bien es aún modesto, responde a una serie de medidas de discriminación positiva, como la ley de cuotas, que han incrementado la presencia de mujeres en puestos de poder y en el mundo del trabajo. Pero pese a ello, aún queda mucho por avanzar y la pandemia lo ha dejado aún más claro. Aún persisten factores culturales y estructurales en nuestra sociedad que revelan las inequidades de género y que cobran aún más fuerza en tiempos de crisis.

Las cifras del mercado laboral, por ejemplo, son una prueba clara de lo anterior. Según las cifras del INE, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo se redujo en 2020 a poco más del 41%, la cifra más baja en una década, lo que revela que aquellas mujeres que perdieron o tuvieron que abandonar su empleo durante la pandemia demorarán más en volver a integrarse al mercado laboral que los hombres. Según un estudio de ComunidadMujer, por ejemplo, un 88% de las mujeres que perdieron el empleo en el último año dejaron de buscar un trabajo. Pero la crisis no solo ha mostrado las mayores dificultades de ese grupo para volver a emplearse, sino también la mayor precariedad del trabajo femenino, que lo hizo más más susceptible a ser afectado durante la crisis desatada por la pandemia.

La razón principal del retroceso femenino en el mercado laboral se explica en el hecho que las mujeres siguen siendo las que asumen las responsabilidades domésticas en crisis como la actual y deben hacerse cargo de las labores de cuidado de menores y/o adultos mayores. Un estudio del INE, por ejemplo, reveló que las mujeres que aseguraron no estar buscando un trabajo remunerado por razones de cuidados y quehaceres domésticos aumentó 593% en los últimos doce meses. Un hecho que revela que aún falta mucho por avanzar para dejar atrás los factores culturales que han marginado históricamente a las mujeres del mundo del trabajo. Si bien existen señales de avance en las nuevas generaciones, faltan medidas que aseguren una mayor igualdad, como por ejemplo eliminar la actual brecha salarial.

Pero la pandemia no solo ha evidenciado las desigualdades de la mujer en el mundo del trabajo. También ha relevado los abusos a los que éstas se enfrentan. El año pasado, mostró un crecimiento de 149% en las solicitudes por servicios de atención del Ministerio de la Mujer. A ello se agrega que fue el año en que se registraron más denuncias de femicidio frustrado desde 2013, y 43 mujeres murieron a manos de sus parejas. Todo ello revela que aún queda mucho por avanzar. Y si bien es urgente concretar reformas estructurales, como la Sala Cuna Universal y favorecer cambios culturales aún pendientes, es clave sobre todo favorecer una rápida reactivación económica que genere las condiciones para que las mujeres que se vieron forzadas a dejar sus empleos puedan reincorporarse a la fuerza de trabajo.

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