La política exterior turquesa
Por Antonia Urrejola Noguera, Ministra de Relaciones Exteriores.
El océano está perdiendo oxígeno, se está acidificando, y las olas de calor en las aguas alteran la subsistencia y diversidad biológica de las especies marinas. El mundo vive actualmente una triple crisis ambiental: climática, de pérdida de la biodiversidad y de contaminación, que está alterando los ecosistemas, con efectos concretos en las sociedades y su calidad de vida.
Los efectos de la crisis climática son profundos y en algunos casos, irreversibles, con impacto directo en el desarrollo económico, social y en los derechos humanos. El desplazamiento forzado de poblaciones por la falta de acceso a la alimentación y el agua, elementos básicos para la subsistencia de la especie, y la generación de tensiones sociales y políticas en diversas partes del planeta, son sólo algunas de las graves consecuencias que deberemos enfrentar si no tomamos medidas inmediatas.
Se trata de un panorama crítico que requiere una acción multilateral urgente, enérgica y concertada, que resulte en medidas que permitan la descarbonización, la transición hacia un mayor uso de las energías limpias, la preservación de la biodiversidad y los ecosistemas, y el manejo integral de los residuos, incluyendo la eliminación de la basura plástica, entre otras gestiones.
Nuestra Cancillería desempeña un rol fundamental en esta tarea de concertar esfuerzos, porque un cambio de estrategia de crecimiento y bienestar no puede ser exitoso si se basa en gestos aislados y si no tiene como centro a las personas. Cada país por sí solo no lo logrará. Chile no podrá proteger ni su población ni su naturaleza, y al mismo tiempo desarrollarse, si no lo hace de manera colectiva, en alianza con otros países, sobre la base de la cooperación multilateral y la solidaridad intergeneracional.
Las conferencias de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocidas como las COP, con todas sus demoras y frustraciones, han mostrado que el multilateralismo es más necesario que nunca. Cualquier solución duradera pasa por acuerdos amplios y universales, donde los países desarrollados tomen la iniciativa en acciones, pero también en el financiamiento de los esfuerzos.
En la Cumbre de las Américas, el Presidente Gabriel Boric hizo una propuesta para el establecimiento de una red de Áreas Marinas Protegidas en América, que encontró el respaldo de los países ribereños del Océano Pacífico. Consiste en una acción concreta que busca materializar un gran corredor de áreas protegidas a lo largo de toda la costa de América, como una herramienta de conservación de nuestras aguas, actualmente amenazadas por la pérdida de la diversidad, el vertimiento de plásticos y el calentamiento global.
Chile ha demostrado su liderazgo en el cuidado de los océanos. Estamos ad portas de un tratado para proteger la biodiversidad en alta mar y promovemos la protección del fondo marino, tal vez la última frontera de la exploración humana. Por ello, en la última reunión de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), expresamos nuestra preocupación, solicitando que no se desarrollen nuevos proyectos mineros en el área hasta que tengamos el suficiente conocimiento científico y una regulación multilateralmente acordada.
La protección del medio ambiente debe consolidarse como una prioridad de la política exterior, pero debe hacerse con perspectiva de derechos humanos. Por lo mismo, hemos propuesto una respuesta integral y coordinada con el fin de encontrar sinergias entre las distintas agendas ambientales, materializada en lo que hemos definido como una Política Exterior Turquesa, y la defensa de los principios de la democracia ambiental, encarnados en el Acuerdo de Escazú, cuya firma fue una de las primeras acciones del gobierno del Presidente Boric.
La Política Exterior Turquesa se trata de una respuesta multidimensional, que entrelaza el cuidado del medio ambiente terrestre con la preservación del océano, el verde con el azul - como puede verse en nuestra participación en las tres declaraciones “Because the Ocean” – que se articula con otras prioridades de política exterior, con el desarrollo sostenible, con la política comercial y la protección de los derechos humanos.
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