La política y las fábulas
Estamos frente a una figura política, sin duda. En la fábula, la zorra se lleva el queso y aquí ocurrió lo mismo. Un triunfo para ella. Si alguien hace otra lectura, ni Esopo, ni La Fontaine y menos yo podemos haberla pensado en ese sentido.
Desde el año pasado he escrito varias columnas usando fábulas para ilustrar problemas que nos aquejan en Chile, para los cuales, desde Esopo a Samaniego, la sabiduría popular enseña cómo curarlos o prevenirlos.
Las fábulas usan animales como personajes, los que en el contexto de la historia representan una característica, un valor o un vicio humano. Monos, leones, ranas, zorras, escorpiones, gallinas, se repiten en cuentos para niños para mostrar el valor, la traición, el ingenio, la prudencia, la tontera. Y al final siempre hay una moraleja, la enseñanza que se buscaba transmitir.
Escribí de galgos y podencos, de una zorra y una cigüeña, del parto de los montes y, el lunes, de la zorra y el cuervo. Sorprendentemente, ayer alguien sostuvo que mi última columna era de algún modo misógina, ofensiva contra la presidenta del Colegio Médico, a quien hacía alusión, en cuanto a su condición de mujer.
Para quienes así la hayan interpretado, desde luego ofrezco mis disculpas. Torpeza de pluma, sin duda. En la fábula y en mi columna, la zorra representa la inteligencia, la habilidad, la astucia de quien consigue lo que quiere, aprovechando la debilidad de otro.
Y la columna se refiere a política. En ese contexto, lo que hizo la dra. Siches consiguiendo que destacados economistas de lo que alguna vez fue la Concertación propusieran para ella un buen documento sobre temas económicos que difícilmente podrían haber sido producidos por el PC o el FA, sin duda es un acto de inteligencia y astucia. Estamos frente a una figura política, sin duda. En la fábula, la zorra se lleva el queso y aquí ocurrió lo mismo. Un triunfo para ella. Si alguien hace otra lectura, ni Esopo, ni La Fontaine y menos yo podemos haberla pensado en ese sentido.
Dicho esto, lo que más sorprende es que en algunos de los apasionados comentarios que se leían ayer en Twitter, se hace esta lectura ofensiva hacia la mujer como un dato, como que es “la única, la verdadera”. Desde luego, no es la que se acomoda a más de 20 siglos de esta fábula. No es la que naturalmente se le viene a la cabeza a quienes la conocen. Aparece más bien, creo, cuando hay un sesgo machista en la lectura. Uno que busca atribuir un comportamiento, una intención abusiva del hombre a todo lo que se mueve. Hasta ahí, eso puede ser entendible como un tema sicológico. Puede ser también una consecuencia de la crispada y dolorosa situación que estamos viviendo desde octubre pasado, agravada ahora por muerte y sufrimiento. Lo que no parece justificable, sin embargo, es la reacción ulterior. El ataque, el insulto público a la persona, sin admitir por un segundo siquiera que puede haber otra interpretación más básica, más natural.
Cuando esto ocurre por parte de gente inteligente y educada, hace suponer que además del sesgo lógico, puede haber aprovechamiento de la oportunidad para lograr una agenda. Promover la causa feminista con cada ocasión. Promover el nombre de la naciente figura política.
La política es sin llorar, enseñaba mi sabio padre. Y no es este momento para hacerlo, hay quizás tres millones de personas sufriendo el hambre, el frío y la pobreza. Miles están desgarrados por la muerte y enfermedad de sus parientes y amigos.
Por lo mismo, junto con lamentar cualquier lectura errada o sesgada, y disculparme por ella, aprovecho de invitar a la conversación cuerda y respetuosa entre quienes corresponda. Entre los que buscan que Chile salga de este sufrimiento. No caigamos en el fascismo y la intimidación. Ese camino es fatal, cualquiera sea la causa que trate de usarlo. Buscaré una fábula que lo ilustre.
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