La proyección política que dejó Sebastián Piñera
A partir del camino que Piñera contribuyó a trazar en sus mandatos y en su rol como expresidente se dibujan las bases de un proyecto político que debería confluir hacia la construcción de una centroderecha con amplia capacidad de diálogo.
Las distintas ceremonias que ayer tuvieron lugar para despedir al expresidente Sebastián Piñera -primero en el salón de honor del Congreso Nacional en Santiago, luego en la Catedral y posteriormente frente a La Moneda- no solo estuvieron a la altura de las circunstancias, destacando por lo impecable de su organización y solemnidad, sino que además fueron escenario de un profundo espíritu cívico, sacando a relucir lo mejor de nuestras tradiciones. Las miles de personas que fueron a rendir homenaje al exmandatario, así como las espontáneas muestras de cariño y respeto que se observaron en las calles al paso del cortejo fúnebre, fueron muestras elocuentes del reconocimiento que muchos ciudadanos aún guardan hacia él como expresidente.
En los discursos que pronunciaron los expresidentes Frei y Bachelet, así como el Presidente Boric, fueron resaltados una serie de atributos del exmandatario, coincidiendo en destacar su profunda vocación democrática, su tenacidad para sortear enormes desafíos -como fue la reconstrucción tras el terremoto de 2010, o el manejo de la pandemia- así como su convicción de favorecer el más amplio diálogo político, pese a las legítimas diferencias.
Con sus luces y sombras, la figura de Sebastián Piñera deja un importante legado para el país, y una de las interrogantes que ahora surge es de qué forma los partidos de centroderecha -congregados en torno a Chile Vamos- le darán proyección política a dicho legado, considerando que Piñera ha pasado a ser por lejos su figura más referencial.
No hay duda de que la partida del expresidente deja un vacío importante en su coalición. Fue él quien encabezó los dos gobiernos en que la centroderecha logró llegar al poder democráticamente, tras casi cincuenta años de ausencia, demostrando que pese a todas las enconadas críticas que recibió seguía siendo la figura más fuerte del sector. Como expresidente ejerció un rol particularmente potente, siempre presente en el debate de políticas públicas y buscando aunar distintas voluntades -su última actuación fue con motivo de los mortíferos incendios que han afectado la Región de Valparaíso, donde ya articulaba junto a distintos colaboradores propuestas para ayudar a la reconstrucción de la zona, y para esos efectos se había puesto a disposición del gobierno-; de allí que no resulta sencillo imaginar quién podrá volver a ocupar ese espacio, sobre todo cuando luego de su segundo mandato Piñera estaba jugando un rol mucho más unificador para su sector.
Es un hecho que mientras ejerció como Presidente, Piñera enfrentó una serie de tensiones con los partidos de su coalición, a quien más de una vez le reprocharon duramente actitudes personalistas y falta de interés para apoyarse más en sus propias colectividades. Pero ahora que esas rencillas comienzan a quedar en el pasado -y que en todo caso deberían servir como lecciones hacia el futuro-, asomando como balance de los dos períodos presidenciales una serie de realizaciones que fueron muy valoradas por la ciudadanía, la coalición de centroderecha tiene la oportunidad de reimpulsarse teniendo como eje el camino que Piñera contribuyó a trazar. Se dibujan las bases de un proyecto político que debería confluir hacia la construcción de una centroderecha moderna que, a la vez de sustentarse en bases liberales en su ideario económico, promueva activamente el diálogo político transversal. Una fuerza política con vocación para los grandes acuerdos, aterrizando su quehacer en el diseño de políticas que vayan en directo beneficio de los problemas que aquejan a la población, sería una importante contribución para el país, sobre todo en momentos en que el quehacer político se encuentra gravemente desprestigiado y donde la posibilidad de los grandes acuerdos se ve cada vez más inalcanzable.
Si bien a la centroderecha le ha costado abrir espacio a nuevos liderazgos políticos, hay un importante activo en el contingente de jóvenes profesionales que el propio Piñera se encargó de reclutar o inspirar para ser parte del gobierno, interesándose en los asuntos públicos. Los dirigentes de Chile Vamos tendrán a partir de ahora la responsabilidad de aprovechar hábilmente todo este legado para proyectarlo en el tiempo y evitar que termine diluyéndose.
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