La reforma de pensiones, nuevamente
Por Manuel Agosin, académico FEN U. de Chile
El consenso entre los economistas es que los dos retiros de pensiones que tuvieron lugar recientemente fueron malas políticas públicas. Un gran número de personas se ha quedado sin saldo en sus fondos de pensiones, agudizando el problema de las bajas pensiones
Sin embargo, los retiros han tenido una bondad: los cotizantes a los fondos de pensiones ahora saben que aquello que les han venido diciendo majaderamente durante años, de que las AFP les estaban robando su plata, es una noticia falsa (“fake news”). Y ha contribuido a que la mayoría de las personas entrevistadas sobre sus preferencias para la reforma hayan mayoritariamente expresado la opinión que el aumento en las cotizaciones, que se prevé será de 6% del ingreso y será con cargo probablemente al empleador, vaya a las cuentas individuales y no a una nueva entidad pública que tendría por función introducir un elemento de “solidaridad”, léase de reparto.
Las deficiencias del sistema de pensiones no tienen que ver con las denostadas AFP, sino con factores ampliamente estudiados.
En primer lugar, un sistema donde un 50% de la fuerza de trabajo apenas gana el sueldo mínimo, no puede generar buenas pensiones por vía de la capitalización individual. Segundo, aproximadamente un 30% de la fuerza de trabajo, trabaja en el sector informal y no cotiza. Las pensiones del pilar solidario son aún más bajas que las del pilar contributivo. Tercero, muchas personas, al quedar desempleadas en el sector formal, se pasan al informal, generándose importantes lagunas en sus aportes pensionales y disminuyendo el capital generado al final de su vida laboral. Cuarto, las edades de jubilación en Chile son muy bajas y corresponden a la esperanza de vida de la población cuando se creó el sistema de pensiones actual. Es menester poner al día las edades de jubilación y relacionarlas en forma dinámica de aquí en adelante con el aumento en la esperanza de vida. Por último, sí, las comisiones de las AFP son altas y debieran ser calculadas de otra manera, no como un porcentaje de los ingresos de los cotizantes, sino como un porcentaje mucho más bajo (digamos, 1%) de los fondos acumulados por los cotizantes.
Yo sería partidario de solucionar el problema haciéndonos cargo de cada uno de los que tiene el sistema, en la forma más realista posible. No está claro que la creación del nuevo ente que proponen cumpla con este requisito, además de ser rechazada por la mayoría de los cotizantes. Desafortunadamente, la discusión alrededor de este tema, como toda discusión económica en Chile, está en extremo ideologizada y ello impide llegar a soluciones realistas.