La revolución del hidrógeno verde: no se olviden del transporte marítimo
Chile se ha convertido en un lugar neurálgico para la energía renovable a nivel global. Tras disminuir los costos de producción de energía solar y eólica en menos de una década, ahora está listo para hacer lo mismo con el hidrógeno verde. El hidrógeno verde se produce a base de agua y electricidad renovable. Representa una alternativa limpia a los combustibles fósiles que puede ser utilizada a cualquier hora del día y en cualquier condición climática, capaz de facilitar una mayor absorción de energía renovable.
Con la radiación solar más alta del mundo, marcos institucionales robustos y una regulación rigurosa, el sector de la energía renovable en Chile ha gozado de altos niveles de inversión extranjera directa en los últimos años. En consecuencia, el país ha superado con creces sus ambiciones en energía renovable, alcanzando ya un 21% de capacidad instalada para generación de energía renovable en 2018, seis años antes de cumplir la meta de 20% fijada para el 2025.
Debido a este potencial de producción de energía renovable y a la caída en los precios de venta en las recientes licitaciones (una disminución del 75% desde US$128.9 MWh a US$32.5 MWh entre 2013 y 2017), Chile podría producir el hidrógeno verde más barato del mundo. Esto abre para al país un abanico de oportunidades públicas y privadas para entrar en el creciente mercado del hidrógeno verde, cuyo valor se estima que alcanzará los 2.28 mil millones de dólares en 2027 Proyectos en marcha, como la planta de hidrógeno verde de ENAEX y ENGIE en la región de Antofagasta, representan ejemplos concretos de esas oportunidades. Más aún, el hidrógeno verde se transforma fácilmente en otros combustibles de cero-emisión, como el amoníaco verde y el metanol verde, lo que crea nuevas oportunidades de mercado.
El amoníaco verde derivado del hidrógeno verde es un compuesto extremadamente adaptable, con cerca del doble de densidad energética por volumen en comparación con el hidrógeno verde. Estos atributos físicos han posibilitado que el amoníaco verde surja como un potencial líder en combustibles cero-emisión para el transporte marítimo. Simultáneamente, tiene muchas otras aplicaciones – desde su uso como fertilizante en agricultura hasta explosivos para el sector minero - debido a que en principio es más fácil de almacenar y transportar que el hidrógeno. Sus aplicaciones intersectoriales representan una oportunidad para el desarrollo de sinergias a lo largo de la cadena de valor. Por ejemplo, a diferencia del hidrógeno, ya existe la infraestructura global para almacenar y transportar amoníaco, gracias a su utilización tradicional en el sector agrícola. Actualmente es una de las materias primas que más se comercializa y transporta en el mundo, convirtiéndolo en un componente ideal para mercados de exportación.
En 2018, el transporte marítimo internacional pasó a ser la última industria en firmar los compromisos internacionales contra el cambio climático. A través de la Organización Marítima Internacional (OMI), ente regulador del sector, la industria comprometió una descarbonización de al menos un 50% para 2050, en comparación con los niveles de 2008. Para alcanzar las metas de la OMI y el Acuerdo de París, el sector debe abandonar su dependencia de los combustibles pesados como el “fuel oil” - un tipo de combustible derivado del petróleo altamente contaminante, casi tan denso como el alquitrán - y dar la bienvenida a una alternativa más sustentable.
El impuesto fronterizo de carbono propuesto por Europa ejerce una presión adicional para que la industria descarbonice su cadena de valor, incluyendo las emisiones del transporte marítimo. Este mecanismo podría resultar en una disminución de las importaciones desde países que cuenten con políticas de cambio climático más débiles, al tener que pagar un impuesto basado en el sistema de comercio de derechos de emisión (“ETS”) de la Unión Europea. Este impuesto fronterizo busca detener la fuga de carbono, donde un país impulsa a los contaminantes a trasladarse a otro lugar, resultando en que las emisiones totales se mantengan en los mismos niveles. Aunque aún hay incertidumbre sobre cómo este mecanismo será implementado, dada la complejidad de calcular las emisiones resultantes de un solo producto y las reglas WTO, su uso puede significar un incentivo genuino y creciente para las compañías y gobiernos, con el fin de hacer frente a la emergencia climática.
El Banco Mundial destacó que existen muchas oportunidades por explotar en el transporte marítimo de cero-emisión, las que pueden potenciar el crecimiento económico en países emergentes, incluyendo a Chile. Por ejemplo, al reconocer a la industria del transporte marítimo como un mercado prometedor y crítico para el uso del hidrógeno verde en Chile, el país estará contribuyendo con su propia agenda nacional de desarrollo. Un estudio del Environmental Defense Fund estimó que la producción de combustibles a partir de hidrógeno verde para el transporte marítimo podría estimular una inversión de $90 mil millones de dólares en Chile. Estas oportunidades de mercado adicionales que crearía el sector del transporte marítimo impulsarían el crecimiento del hidrógeno verde como una materia prima de exportación clave, contando con las políticas y el financiamiento adecuado. En consecuencia, el hidrógeno verde generará oportunidades laborales para las regiones locales en desarrollo, mientras incrementa la capacidad de innovación a nivel país. Al diversificar las fuentes de suministro, el hidrógeno verde también potenciará al sector energético, mejorando su seguridad e independencia a nivel nacional.
Por lo tanto, Chile puede ser un actor crucial en la descarbonización de la industria del transporte marítimo, además de aumentar su presencia internacional en la búsqueda por convertirse en un país carbono neutral. La Getting to Zero Coalition, una alianza compuesta por empresas líderes en el sector del transporte marítimo, está comprometida a acelerar la transición del sector marítimo hacia la cero-emisión. Para ello, está trabajando con urgencia junto a sus miembros a objeto de contar con naves comercialmente viables, libres de emisiones de carbono, operando antes de 2030. El amoníaco producido en Chile a partir del hidrógeno verde podría constituirse en el combustible para esas naves cero-emisión.
Mientras Chile revela su estrategia nacional de hidrógeno verde durante el Green Hydrogen Summit de noviembre, el gobierno y la industria no deberían perder la oportunidad de acoger al sector del transporte marítimo como un actor clave para el mercado del hidrógeno verde. Los miembros de la coalición Getting to Zero y sus adherentes están dispuestos a colaborar con el Gobierno de Chile y sus industrias para convertir estas grandes oportunidades de mercado del sector del transporte marítimo en una realidad de cero emisiones.
La columna está firmada también por:
Michèle Azalbert, CEO, Engie Hydrogen BU; Poul Skjaerbaek, Chief Innovation & Product Officer, Siemens Gamesa; Rasmus Bach Nielsen, Global Head Fuel Decarbonisation Trafigura; Christian Csaszar, Director Fleet & Projects, Ultranav; Sammy van den Broeck, Vice-President Climate Neutrality, Yara International ASA; Pablo Wallach, Vice-President of the Customer Experience & Digital Transformation, Enaex; Michael Kasbar, Chairman and Chief Executive Officer, World Fuel Services Inc.; Nathaniel Keohane, Senior Vice-President, Environmental Defense Fund; Peter Stokes, Chairman of the Board, Global Maritime Forum; Christoph Wolf, Head of Shaping Future of Mobility World Economic Forum