La sociedad atrofiada
Por José Francisco Lagos, director ejecutivo Instituto Res Publica
Carabineros de Chile informó que, durante el fin de semana recién pasado, realizó 18.012 controles en los que se detuvieron a 5.611 personas por delitos contra la salud pública y a 790 personas Covid positivos circulando en la vía pública. Esto es especialmente grave considerando las circunstancias sanitarias en las que nos encontramos y el peligro epidemiológico que reviste para los demás el incumplimiento de las medidas sanitarias por parte de estas personas.
Mucho se ha discutido sobre el rol de las autoridades frente a la pandemia del coronavirus. Tanto los alcaldes como el gobierno central han cumplido un rol en esta materia, especialmente en lo que se refiere al exitoso proceso de vacunación, que se encuentra entre los mejor evaluados en el mundo entero. Sin embargo, poco se ha hablado sobre el rol que nos corresponde a los ciudadanos frente a esta pandemia y, en general, respecto a las responsabilidades que tenemos con la sociedad. No podemos olvidar que no hay política pública que pueda funcionar de manera efectiva si no va a acompañada con el compromiso y la responsabilidad personal de los ciudadanos.
Para algunos, el problema siempre será la autoridad de turno, del gobierno de turno, de los políticos. Seguramente esto se da por razones políticas y electorales, pero esto nos lleva a reflexionar que podemos estar haciendo un daño enorme a la ciudadanía, señalando que siempre es culpa de otro, cuando el compromiso y la responsabilidad ciudadana son un eje crucial para el funcionamiento de cualquier estrategia sanitaria o social.
Lamentablemente lo ocurrido este fin de semana no ha sido excepcional. Durante el último año hemos visto como algunos sostenidamente han incumplido las normas sanitarias, asistiendo a manifestaciones masivas o bicicletadas, realizando fiestas clandestinas, rompiendo la cuarentena o el toque de queda. Pocas veces ha sido tan manifiesto que lo que hacen algunos, incluso en su vida privada, también tiene repercusiones en el resto de la sociedad, y que la sociedad, prudencialmente, tiene el derecho de exigir ciertos comportamientos o ausencia de ellos en pos del bien común.
Abandonar el mensaje de que los ciudadanos también son responsables del resto y que la sociedad tiene derecho a exigir cosas, puede llevarnos a una ciudadanía que solamente demanda cosas del Estado, con lógica transaccional, sin estar dispuesta a responsabilizarse por sus actos. Esto significa una sociedad atrofiada, incapaz de hacerse responsable por sus actos, y peor aún, de su propio destino.
En momentos en que estamos ad portas de un proceso constituyente, la necesidad de recordar que no solamente existen derechos ciudadanos, ciertamente relevantes y necesarios, sino que también existen deberes, se hace cada vez más urgente. Solo así nuestra sociedad será mejor, que es la aspiración que tenemos todos.
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