La sombra del Covid-19
Por Mercedes Ducci, presidenta de ComunidadMujer
El eclipse me pareció una síntesis de lo que ha sido este año. Las imágenes desde el satélite mostraron vívidamente cómo esa gran sombra se desplazaba sobre la tierra. Así como la luna eclipsó el sol, este año el Covid-19 se interpuso entre nosotros y lo que era nuestra asumida cotidianeidad, y proyectó su sombra en nuestras vidas. Y tal como nuestros ancestros se preguntaron qué sería de ellos si el sol desaparecía y la oscuridad duraba para siempre, nos ha rondado la inquietud de cómo serían nuestras vidas si el virus se prolongara indefinidamente y hubiera que renunciar a tantas cosas que valoramos, como la cercanía física y poder compartir en comunidad.
Estamos en camino de reformular nuestros vínculos con el trabajo, los proyectos personales, el medio ambiente, la forma de producir y consumir, y cómo concebimos el futuro. Estamos en proceso de distinguir las formas de aquello que es transitorio y lo que será permanente.
También los temas de género se vieron a un nuevo trasluz. La caída de las barreras entre lo público y lo privado dejó en evidencia el trabajo doméstico no compartido, y provocó que muchas mujeres, obligadas a quedarse en casa, salieran del mundo laboral. Ellas fueron las más expuestas a la informalidad y la pobreza, y también las más numerosas en las filas de la salud. Además, el confinamiento intensificó la violencia de género contra mujeres y niñas, que se vieron obligadas a pasar las cuarentenas encerradas con sus agresores. Todo esto encendió las alertas y evidenció que ellas, una vez más, han sido las más afectadas por esta crisis sanitaria y se volvió imperativa su incorporación en las políticas de recuperación y reactivación económica.
Pero también la perspectiva de género avanzó en el mundo y las mujeres aumentaron su impacto global a nivel social, cultural y simbólico. El manejo de la crisis sanitaria por parte de las gobernantes estableció la efectividad de un estilo de liderazgo que integra otras cuerdas a las ya acostumbradas. Y en Chile nos encaminamos a un proceso constituyente, con una elección de convencionales donde la mitad serán mujeres y que conformarán una Convención Constitucional paritaria única en el mundo, que ha puesto el foco sobre nosotros. Una gran oportunidad para incorporar y consagrar el enfoque de género transversalmente en la nueva Constitución.
Este año hemos observado nuevas sombras, pero también nuevas luces. El gigantesco desafío económico, social y ambiental nos demanda aplicar todo el aprendizaje de este año singular. Aun cuando la vacuna, cada vez más cerca, nos trae la esperanza de que esta amenaza quedará atrás, el impacto persistirá. La lección más poderosa ha sido tal vez la de nuestra vulnerabilidad y nuestra interdependencia frente a las crisis. Hemos dicho mil veces que solo podemos salir juntos. Este es el momento de ponerlo en práctica.