La tenacidad democrática
Por Óscar Guillermo Garretón, Economista
Hay quienes miran las encuestas solo pensando en el plebiscito. Pero hay otro fenómeno a observar. Comienza a aparecer con fuerza la cultura democrática de nuestro pueblo. Para quienes vivimos el golpe de estado y la dictadura, no es un tema menor. La dictadura no solo derrocó a un gobierno el 73; barrió con la izquierda organizada y legitimó la violencia sin límites. Parecía que todo se acababa. Desaparecían leyes, constitución, organizaciones, personas. Pero algo muy profundo seguía viviendo: esa cultura masiva de la izquierda chilena, tenazmente democrática y libertaria, que se formó, no en cursos sobre intelectuales de moda, ni en tumultuosas asambleas universitarias o densas divagaciones de bar y café, ni en vanguardias verde-oliva de urbes y selvas. Una cultura parida en minas, campos y fábricas; hecha suya por poetas, cantores y escritores. Fue ganando fuerza paso a paso, con dolores, pero también con consecuencia democrática. Ha sido socialmente la más sólida izquierda latinoamericana; porque nació de la sociedad, en la lucha democrática, no de fusiles, academias y burocracias estatistas. Hizo su líder indiscutido a quien se enorgullecía de haber sido parlamentario por 30 años, comprometió consecuentemente que “en Chile no habrá dictadura del proletariado” y ante un golpe de estado prefirió no ceder y morir en el lugar donde los chilenos lo habían ungido con su voto.
Esa cultura de izquierda, unida con la cultura socialcristiana de centro, fueron las que después derrotaron a las armas y a la antidemocracia; tanto de la dictadura, como de aquellos que pretendían ilusoriamente vencerla con parecidas identidades.
Al cabo de años, esa cultura fue subsumiéndose en otras izquierdas, hasta casi desaparecer en el mundo cupular. Pero no estaba muerta en la sociedad y ahora vuelve a irrumpir. Obliga a apresuradas “moderaciones” a quienes creyeron poder imponer lo que quisieran en la Convención o en la coalición de gobierno. Aparece en las encuestas haciendo ganar al Rechazo como paso a un país con mejores derechos y creando “aprobistas-rechacistas” que también dicen querer mejorarla después. Exige conductas democráticas; e igualdad ante la constitución y la ley. Asoma en la revalorización popular de los años de Concertación. Presiona al gobierno con su impaciencia ante la violencia, la delincuencia y descontroles que agreden la vida ciudadana.
Desde el 18/O, muchos veían la violencia legitimada políticamente y el socavamiento sistemático de toda institucionalidad, como marea incontenible. Pero nuestro pueblo está frustrando sus propósitos. Gane quien gane en el plebiscito, la Convención fracasó; no hizo bien su pega. Generó una mayoría convencida de que el trabajo constitucional deberá retomarse después del plebiscito. Asoma otra vez esa esperanza indoblegable; la tenaz cultura democrática y libertaria del Chile popular.