“La trampa de la bala de plata”
SEÑOR DIRECTOR:
Agradezco las reflexiones y consejos de Javier Sajuria en su carta de ayer. Coincidimos en que no es recomendable en política construir los argumentos sobre la lógica amigo-enemigo. Discrepamos, en cambio, al menos en tres materias.
La primera es que la hiperfragmentación del Congreso chileno no es una “obsesión”, como la califica, sino que un dato problemático que requiere ser enfrentado. Como anotan mis colegas del CEP, con quienes naturalmente tenemos otras discrepancias, hay un amplio consenso en Chile sobre los negativos efectos que produce la fragmentación.
La segunda discrepancia es sobre el umbral y su alcance. Se trata de un remedio eficaz utilizado en el mundo que efectivamente no resuelve la “forma individualista de hacer política”, como denuncia. Pero esta última omisión, tan abstracta como real, no puede inhibir que los legisladores planteen mecanismos para incentivar un sistema de partidos más estable y menos atomizado.
La tercera discrepancia es más aparente que real. Ambos coincidimos en la importancia de reforzar las bancadas. El proyecto parte por modificar la Constitución abordando una expresión del discolaje. Posiblemente, como lo sugería la Comisión Experta, será necesario también una ley de bancadas para seguir fortaleciéndolas. Nada de eso es incompatible con lo que propone el proyecto de los senadores.
Pareciera que lo que pide J. Sajuria es una amplia reforma que aborde todos los desafíos legales y constitucionales del sistema político. Es difícil entender esta estrategia cuando tenemos tan cerca la experiencia constituyente que intentó precisamente hacer todos los cambios a la vez. Si hay algo que debiéramos haber aprendido en estos años es el valor del gradualismo… más aún cuando los cambios propuestos aportan dos remedios eficaces a severas enfermedades en nuestra gobernabilidad.
Sebastián Soto Velasco
Derecho UC - CEP