La transformación de los sistemas agroalimentarios para el bienestar de personas, clima y naturaleza

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El sistema alimentario mundial tiene el poder de nutrir a la creciente población mundial, impulsar los medios de subsistencia y el empleo, y ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos climáticos y naturales.

Pero el sistema alimentario actual no es el adecuado. Aunque producimos un exceso de calorías en todo el mundo, más de 700 millones de personas sufren hambre y más de 3.000 millones no pueden permitirse una dieta sana. Escandalosamente, muchos de los que no pueden permitirse alimentos nutritivos trabajan en la producción de alimentos.

El sistema alimentario es a la vez uno de los motores del cambio climático -responsable de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero- y se ve gravemente afectado por el cambio climático, con sequías, inundaciones, calor extremo, cambios en el régimen de lluvias y nubes de plagas que merman las cosechas.

También es la principal causa de pérdida de biodiversidad y deforestación, a pesar de que la seguridad alimentaria depende de unos ecosistemas y recursos naturales sanos y funcionales. Y, como han demostrado de forma desgarradora la pandemia por Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania, no es capaz de adaptarse a las perturbaciones y tensiones, con un aumento del costo de los alimentos y una escasez cada vez más frecuente.

Tenemos que transformar nuestro sistema alimentario para que sea beneficioso para las personas, el clima y la naturaleza. Esto significa cambiar la forma en que cultivamos los alimentos, así como lo que producimos y consumimos.

Para ello necesitamos el trabajo concertado y dedicado de todos los actores implicados en el sistema alimentario: agricultores y productores de alimentos, proveedores de insumos, comerciantes, procesadores, empresas de bienes de consumo, minoristas, instituciones financieras, ciudades, consumidores y gobiernos. Esta transformación debe centrarse en el trabajo que ya realizan muchos agricultores, pescadores, criadores, pastores y pueblos indígenas que producen directamente los alimentos que llegan a nuestras mesas, y elevarlo a un nivel superior.

El terreno para una transformación del sistema alimentario es fértil, especialmente en vísperas de la conferencia de la ONU sobre el clima COP28 que se celebrará este año en los Emiratos Árabes Unidos. Como presidente del Pilar de Actores No Estatales de la Agenda de Sistemas Alimentarios y Agricultura de la Presidencia de la COP28, estoy trabajando con una serie de actores para acelerar la acción antes de la conferencia y después de ella.

Entre las acciones críticas se incluyen la transición de las prácticas de producción hacia enfoques más sostenibles, regenerativos y agroecológicos, el cambio del consumo hacia dietas saludables y sostenibles, la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, y la protección y restauración de la naturaleza, garantizando que no haya más conversión de tierras para la agricultura. Todo ello garantizando que las vías de transición sean justas e inclusivas, adecuadas a los contextos locales y dedicadas a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional para todos. Para ello es necesario reestructurar los incentivos financieros e introducir políticas y normativas de apoyo que creen condiciones comerciales y de mercado que favorezcan los alimentos sanos y sostenibles.

Trabajamos con socios para ampliar la producción alimentaria sostenible, regenerativa y agroecológica que trabaja con la naturaleza, no contra ella, y construir medios de vida campesinos resilientes. Por ejemplo, Regen10 está elaborando un marco de resultados para medir los enfoques regenerativos y agroecológicos que ofrecen resultados positivos para las personas, la naturaleza y el clima para 2030; la Fundación Aga Khan está ayudando a los agricultores de la India y África a adoptar enfoques agroecológicos; y la agenda de acción sobre territorios regenerativos de la COP28 está trabajando con algunas corporaciones de alimentos, organizaciones de agricultores y la sociedad civil para lograr una producción regenerativa a nivel de grandes territorios.

También tenemos que hacer que sea más fácil, disponible y accesible para la gente comer alimentos saludables y sostenibles. Grupos como Ciudades C40, Gobiernos Locales por la Sostenibilidad y el Consorcio para la Transformación de los Sistemas Alimentarios Urbanos y Rurales, apoyan a los líderes urbanos que están tomando medidas para proporcionar alimentos culturalmente apropiados, saludables y sostenibles a sus ciudadanos. Y organizaciones como WRAP, Champions 12.3, el Methane Hub y la Global FoodBanking Network trabajan para reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos para 2030.

También estamos trabajando para alinear, reducir riesgos y ampliar el financiamiento de modo de ayudar a cumplir los planes de transformación de los sistemas alimentarios, basándonos en el trabajo de redes financieras como la Red de Financiación de la Buena Alimentación (Good Food Finance Network) para integrar la acción sobre los alimentos en los esfuerzos de financiación sostenible como TCFD, TNFD, GFANZ, SBTi, NGFS y otros.

Mostrando a los gobiernos que se está actuando -y que es inevitable- podemos animar a los estados a fijar objetivos y políticas más ambiciosas para acelerar la transformación.

También necesitamos establecer objetivos, parámetros e hitos sólidos para medir los avances, una enorme laguna en este sector. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) está contribuyendo a ello con el lanzamiento de una hoja de ruta en la COP28 para alinear el sistema alimentario con una vía para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados y lograr el hambre cero para 2030.

Las asociaciones entre múltiples partes interesadas son fundamentales si queremos cambiar las condiciones propicias para que los incentivos financieros, políticos y de mercado apoyen a los actores del sistema alimentario para que hagan el bien a las personas, el clima y la naturaleza, y ayuden a abordar las barreras estructurales a las que se enfrentan muchos agricultores cuando intentan cambiar sus prácticas. Estoy convencido del poder de los enfoques multisectoriales. Ahora es el momento de actuar, y juntos podemos conseguirlo.

Por Gonzalo Muñoz, High-Level Champion COP25 y presidente del pilar de actores no estatales en la agenda de Sistemas de Alimentación y Agricultura COP28