Columna de Sergio Muñoz Riveros: La treta de guerrear con Pinochet

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Foto: Juan Farías


Por Sergio Muñoz Riveros, analista político

Los defensores del borrador de nueva Constitución prefieren no referirse a su contenido. Les basta con simplificaciones de fácil consumo, como los derechos sociales garantizados. Que hablen de “aprobar para reformar” es toda una confesión: el proyecto es malo, pero después se arregla.

La principal forma de escabullir el bulto es mostrar el plebiscito del 4 de septiembre como un enfrentamiento con Augusto Pinochet, aunque éste haya muerto hace 16 años y dejado el poder hace 32. Parece una obsesión de Boric y sus cercanos en su búsqueda de épica, pero es también una treta político-electoral, como que el PC, que sabe de tácticas, la está usando en su propaganda. En suma, puesto que las cosas marchan mal para el proyecto elaborado por el grupo controlador de la Convención, el negocio consiste en crear una confrontación ficticia, que despierte los antiguos fantasmas.

Falsear la historia tiene no pocos riesgos, incluido el de hacer el ridículo. Pinochet fue derrotado políticamente el 5 de octubre de 1988. Y gracias al triunfo del NO, el país empezó a curar sus heridas e inició la reconstrucción del régimen de libertades. Vale la pena recordar que, en la campaña de aquel plebiscito, la dictadura buscó atemorizar a la población con la amenaza de que el triunfo del NO significaba volver a los tiempos de la Unidad Popular. Ahora, los partidos del bloque gobernante dicen que, si gana el Rechazo, el país quedaría sometido a la Constitución de 1980, lo que es una falsedad completa y vuelve incomprensible que Gabriel Boric se haya convertido en Presidente.

La vieja izquierda, que en 1987 quería una transición como la de Nicaragua, y la nueva, que recién descubre el mundo, quieren demostrar que Chile recorrió un camino equivocado desde 1990, pero que ahora arreglarán las cosas con una Constitución hecha a su medida. Para eso, necesitan escenificar un choque con Pinochet, lo que exige probar que el país estuvo congelado por tres décadas. El lunes 13 de junio, un grupo de exministros, exparlamentarios y exfuncionarios de los gobiernos de la Concertación, partidarios del Apruebo, se refirió en una declaración a “la actual Constitución de la dictadura”. Pero sucede que, desde 2005, cuando el Congreso aprobó un conjunto de reformas, la Constitución lleva las firmas del Presidente Ricardo Lagos Escobar y todos sus ministros, entre ellos Yasna Provoste, Nicolás Eyzaguirre y Francisco Vidal, firmantes de la mencionada declaración.

Plantear dilemas falsos en el plebiscito es un modo de tapar las miserias del proyecto de la Convención. Más vale que quienes están gobernando no caigan en ello, y se convenzan de que deben defender esta democracia, no una hipotética. Si dudan al respecto, ello puede ser el comienzo de graves confusiones. Necesitan demostrar que son capaces de gobernar sin que Chile se precipite a una crisis.

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