La universidad, ¿en qué sigue?
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
La última carta abierta de Ignacio Sánchez y Ennio Vivaldi del 18 de octubre pasado deja entrever la confusión de prioridades que tiene sumida a la universidad aun cuando no sea esa su intención. Al contrario, los rectores de nuestras primeras universidades hacen un llamado Urbi et Orbi “a dimensionar la profundidad de nuestras múltiples crisis, a dialogar sobre ellas y a actuar colaborativamente para resolverlas”. Y no cualquieras crisis, nada menos que la crisis ambiental que amenaza la vida en el planeta, la de salud debido a la emergencia sanitaria mundial, la educacional que atenta contra nuestros hijos, la de seguridad inducida por el narcotráfico, y la económica que profundiza inequidades sociales. Para lo cual, estiman fundamental abrir “múltiples espacios de conversación y deliberación”, reconociendo con “humildad” que nadie “en solitario” tiene todas las respuestas y coraje. En suma, llaman a que… “tenemos que hablar”.
No dicen mucho más, ni mucho menos. El texto es auto importante aunque breve, se extiende a 222 palabras, cuatro menos del doble del Credo de los Apóstoles. Tampoco es que hayan agregado nada nuevo que no dijeran ya antes en agosto 2020 en otra carta también conjunta a parlamentarios y alcaldes. Con la salvedad que esa vez se imponían una valla: “Solo el tiempo juzgará cuán bien respondemos a estos momentos de incertidumbre”. A 14 meses de aquel entonces, que yo sepa -si me equivoco que me corrijan- no han trascendido aún las tan esperadas respuestas. De lo que deduzco que se sigue en campaña, ¿cómo lo diremos, de buenas intenciones, y de que hay que aparecer diciendo/haciendo algo, cualquier cosa, cada cierto tiempo? Quizá para la próxima debieran tener en cuenta que una bendición Urbi et Orbi de Francisco puede ser bastante más sustancial. La que confiriera S. S. desde el atrio de la basílica de San Pedro en marzo de 2020, requirió de un texto siete veces más largo y profundo.
Otras dudas que suscita el llamado de los señores rectores hacen pensar que también debieran aterrizar sus propósitos algo presumidos. Después de todo, las crisis que mencionan, lo más probable es que terminen siendo resueltas a nivel macro, no a nivel nacional o plurinacional versión chilena. Nuestras universidades, por lo demás, pesan lo que pesan internacionalmente, puede que menos incluso de lo que han pesado ya antes nacionalmente. Y, si uno se fija en el llamado, las miras están puestas en el país antes bien que en las universidades mismas donde hay tanta crisis que sus claustros no parecen capaces de reconocer, menos resolver. Por de pronto, cuánto han contribuido ellas por si solas al problema educacional, político y de convivencia social de por estos lados. En fin, mal no les haría a nuestros rectores bajarle las expectativas a tanto hablar por hablar.
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