La urgencia de pensar fuera de la caja
Por Gloria de la Fuente, presidenta Fundación Chile 21
Se vencieron los plazos para llegar al acuerdo al que convocó el gobierno para definir un punto común con la oposición sobre la manera de enfrentar la crítica situación social y económica que vive nuestro país producto de la pandemia y aún no hay humo blanco. Sin duda esto provoca desazón, pero creo preciso entender bien que una situación tan excepcional como esta requiere también estar disponibles a salirse de la ortodoxia habitual y ser capaces de pensar fuera de la caja y, acá, el Ejecutivo es el que tiene que reaccionar.
Para nadie es un misterio que todas aquellas cosas que se señalaron respecto a la capacidad que teníamos para enfrentar esta crisis sanitaria se derrumbaron como un castillo de naipes, para usar la metáfora del propio ministro de Salud. Hoy vemos que no solo existen dudas reiteradas sobre las cifras diarias que entrega la autoridad, denunciadas por el trabajo riguroso de científicos, centros de pensamiento y periodistas, sino que también hay un cuestionamiento razonable sobre la suficiencia de las medidas sanitarias que han hecho hoy de los contagios una realidad que tiene colapsado el sistema de salud. Además, han adelantado a pasos agigantados la crisis social que viven miles de familias, sin empleo, sin recursos y teniendo que enfrentar día a día la tremenda precariedad de nuestro sistema. A lo anterior se une el desastre de haber adelantado el juicio respecto a una supuesta “nueva normalidad” y un “retorno seguro”. ¿Qué nueva normalidad o retorno seguro se podía convocar si no hay un mínimo de certeza respecto a como siquiera somos capaces de controlar los contagios y efectos de la pandemia? La mesura de las medidas y la confianza en las decisiones son de la mayor importancia en una situación como la que enfrentamos.
Cuando la norma desde el Ejecutivo parece ser gastar poco ahora y mucho más tarde para iniciar la reactivación, parece olvidarse que lo que tenemos en ciernes es un drama humanitario de envergadura, que podría venir acompañado de un nuevo estallido social, ahora gatillado no solo por el profundo malestar con la desigualdad, sino por el pesar que enfrentan a diario las familias que no pueden garantizar los mínimos para sobrevivir y que no ven en la autoridad respuestas certeras y adecuadas. Pareciera que es más importante la rimbombancia de entregar una caja de mercadería, que puede apenas alcanzar para paliar las necesidades unos días y no una respuesta real y sostenible a una situación sanitaria y social que, en lo inmediato, no parece tener salida.
Hasta ahora, todas las medidas sociales que el Ejecutivo ha puesto en el debate parlamentario se han ido aprobando, aún a regañadientes de la oposición y veto presidencial mediante, porque, con justa razón, se ha instalado el debate sobre la insuficiencia de las mismas.
Tal vez ya sea hora de ir pensando fuera de la caja y entender que la reactivación económica solo será posible en el futuro si tenemos la capacidad de hacer frente a la crisis sanitaria y social. Para ello, es relevante abandonar los dogmas y estar disponibles para ir en ayuda hoy y no mañana, de todos aquellos que lo necesiten, porque son esos ciudadanos los que, en el futuro, serán finalmente los jueces de la altura y la empatía que han tenido las autoridades para responder adecuadamente al drama que se vive a diario.