La verdadera realidad de las comunidades rurales en Chile

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Por Antonia Rivera, directora de Proyecto Fundación Amulén

El 2022 recién comienza y ya empezaron a aplicarse los primeros tres decretos de escasez hídrica en 21 comunas de la Región Metropolitana y la Región de Coquimbo. Estas comunas fueron calificadas como zonas en condición de extraordinaria sequía de acuerdo a los indicadores técnicos de la Dirección General de Aguas.

Si bien los decretos de escasez hídrica permiten la aplicación de instrumentos que buscan disminuir el impacto de la sequía en la vida de las personas, especialmente en las zonas rurales, sabemos que estos esfuerzos no son suficientes.

La realidad es que el abastecimiento informal, la deficiencia del suministro en calidad, cantidad y continuidad del agua y sus problemáticas asociadas, es la realidad de más de la mitad de las comunidades rurales en Chile. Estas localidades llevan años esperando una solución, mientras el cambio climático y sus efectos siguen impactando la vida diaria.

Necesitamos implementar innovación en zonas rurales, que no requieren grandes recursos y son de fácil instalación y administración por parte de las mismas comunidades. Existen soluciones basadas en la naturaleza, probadas con éxito en Chile y el mundo, como sistemas de captación de lluvia (en lugares donde haya precipitaciones), generación de agua del aire, desalación de agua de mar a menor escala, potabilización de aguas contaminadas, entre otros ejemplos. Su fin es brindar una fuente alternativa y segura de agua potable en forma eficiente y sostenible. La tecnología existe, está disponible y solo falta voluntad y articulación para implementarla. Ningún sector podrá por sí solo dar solución definitiva a este nuevo contexto de escasez hídrica que nos afecta. Es necesaria la colaboración de todos los sectores para mejorar la calidad de vida de más de un millón de chilenos que viven en zonas rurales en condiciones de carencia de agua.

Los efectos de vivir sin agua potable no son sorpresa para nadie pues la relación entre pobreza y carencia de agua potable es directa. Dificultades sanitarias y económicas son solo los problemas más evidentes que enfrentan cada día las familias que viven en estas condiciones. Ellos no pueden seguir esperando.

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