La victoria de Biden



Por Manuel Agosin, académico FEN, Universidad de Chile

La victoria de Biden prende una luz de esperanza en un mundo ensombrecido por la pandemia y la crisis económica. No solo por representar la derrota del peor Presidente que ha tenido Estados Unidos. El mundo podrá volver a confiar en la palabra del Presidente de esta gran nación (aclaración: soy ciudadano de Chile y Estados Unidos y voté en la última elección presidencial por el candidato ganador). Atrás quedarán los cuatro años durante los cuales un rufián mentiroso acaparó la atención de la prensa mundial con sus insultos y su desdén por todas las normas a las que ajustan su comportamiento los presidentes. Biden es un hombre honrado, de centro, bien dispuesto para practicar la política de los consensos en lugar de demonizar a sus adversarios. Justo lo que necesita ese país para reencontrarse y reconciliarse.

Bien por Estados Unidos, bien para el mundo. A pesar que lo más probable es que el Senado siga en manos republicanas, Biden conoce el arte de la buena política mejor que nadie y sabrá cómo lograr consensos en las tareas más urgentes que tiene el país: controlar la pandemia (exacerbada por el negacionismo de Trump), hacer llegar recursos a los que están sufriendo la pérdida de ingresos, y establecer una cultura política amable y al servicio de la gente (en este sentido, en Chile tenemos mucho que aprender de un político como Biden).

Es posible que no pueda aprobar toda su agenda legislativa. Pero mucho podrá hacer simplemente por decreto: en lo sanitario, establecer normas federales para evitar los contagios y mejorar importantemente el testeo y la trazabilidad. Pero también ya ha anunciado que Estados Unidos volverá al Acuerdo de París sobre el cambio climático; probablemente al acuerdo con Irán para que ese país se desista de desarrollar armamento nuclear, del cual son parte las potencias europeas y Rusia; reestablecer la amistad y concordia con los países democráticos de Europa, fortaleciendo las alianzas contra los autoritarismos que se han potenciado en la era de Trump. Por último, tengo la esperanza de que Biden vuelva a apoyar el TPP11, el acuerdo de libre comercio entre 11 países de la cuenca del Pacífico que Trump razgó en forma aparatosa en los primeros días de su mandato.

En este último caso, si Estados Unidos adhiere al pacto del texto reformado que firmaron en Viña del Mar los 10 países restantes, ello representaría un espaldarazo para el libre comercio, lo que traería beneficios importantes para un país como el nuestro que necesita para su desarrollo de mercados abiertos y seguros. A pesar de las voces que en Chile hoy se vuelven en contra del libre comercio y demonizan el TPP11 sin conocerlo, en su momento sería muy beneficioso para el país que el Congreso terminara de tramitar la aprobación de este tratado, ya firmado por los 9 países restantes.

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