Lamentable récord a nivel OCDE
Cada año, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) realiza un informe llamado Education at a Glance (Panorama de la Educación), el cual examina el estado de la educación en sus países miembros. La versión de este año incluyó un capítulo especial refiriéndose al Covid-19 y sus impactos.
El primer resultado -y, por cierto, uno de los más relevantes- es el cierre total de los centros de enseñanza. Chile lidera los países del bloque en días lectivos en que los colegios estuvieron cerrados, contando 259 días entre 2020 y 2021. Sin embargo, no se escucha en el debate público una preocupación mayor ante lo urgente que es hacerse cargo de este problema. Esto traerá repercusiones graves en múltiples aspectos de la vida de los estudiantes, que van desde la pérdida de aprendizajes, la salud mental del escolar, de los padres, de sus habilidades de desarrollo intelectual e interpersonales, además de otros efectos.
Otro factor sumamente relevante son las evaluaciones para ingresar a la educación terciaria. Afortunadamente, en Chile sí se han hecho las pruebas universitarias en 2020 y 2021 (con un reagendamiento en 2020). Sin embargo, lo que no se ha llevado a cabo desde el inicio de la pandemia es el Simce, el cual mide logros de aprendizaje en diferentes áreas académicas y grados escolares, además de una serie de indicadores de desarrollo personal y social. En un ámbito donde sabemos que existirán grandes desventajas para muchos estudiantes, es clave tener un diagnóstico de aquellas áreas débiles y el diseño de soluciones.
Mantener la continuidad del aprendizaje en medio de los cierres de las escuelas y garantizar su reapertura en condiciones de seguridad, requirió recursos financieros adicionales más allá de los presupuestados antes de la pandemia, lo que siempre implica una decisión difícil para los gobiernos. De forma preocupante, en 2021 Chile aumentó su gasto significativamente (más de un 5%) solo en educación terciaria, mientras que en parvularia incluso disminuyó. Si es que se busca crear un plan ambicioso para poder apoyar a los estudiantes en las falencias generadas por la pandemia -que, por lo demás, no se ha visto una propuesta contundente del gobierno-, es necesario un aumento del gasto. A modo de comparación, el Presidente de Estados Unidos acaba de anunciar un aumento de 16% en el presupuesto para educación, con un particular foco en colegios con alto nivel de pobreza.
El informe, además, reporta los países que adoptaron medidas de apoyo ante el Covid-19; por ejemplo, clases extraprogramáticas o apoyo psicosocial. Chile llevó a cabo casi la mitad de éstas, mientras que el resto de las acciones quedaron a niveles locales de decisión. Pese a ello, no ha habido una evaluación exhaustiva de estos programas, o lo que ha implicado su implementación en la práctica.
Urge poner a la educación como tema prioritario. El impacto que tuvieron estos años en los estudiantes aún no está determinado, pero el no hacerse cargo activamente de apoyar a quienes sufrieron sus consecuencias, es abandonar una generación entera a su suerte.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.