
Las ciudades de Vargas Llosa

Hay escritores cuya obra está indisociablemente vinculada a ciertas ciudades, y Vargas Llosa fue uno de ellos. “Vargas Llosa nació en Arequipa, pasó su niñez entre Bolivia y Piura, su adolescencia en Miraflores, y luego vivió en ciudades europeas como París o Londres. Toda esta experiencia urbana ha sido un factor trascendental en su producción literaria. Sus libros no serían los mismos de no haber sido él un personaje cosmopolita”, asegura Víctor Mejía, editor del libro “Mario Vargas Llosa: ciudad, arquitectura y paisaje”.
Hubo varias: Buenos Aires (“la ciudad junto al río de color león”), Madrid, Arequipa, Barcelona. Pero sin duda la ciudad central en su obra es Lima, en una relación de afecto y de crítica, donde el autor encarna todas las tensiones de su país. “La ciudad parecía un animal enorme y sucio, respirando con dificultad bajo la niebla, con sus calles llenas de ruidos, de carros destartalados y de gentes que iban y venían como si no supieran a dónde” (en Conversación en La Catedral). La ciudad se describe a veces duramente: “…un gran canchón rodeado de un muro ruin de adobes color caca —el color de Lima, piensa, el color del Perú…”. Se reconocen sus lugares emblemáticos, con sus virtudes y contradicciones: “La Plaza San Martín hervía de gente a esa hora, con los vendedores ambulantes gritando sus pregones, los autos tocando bocina y los mendigos tendidos bajo los arcos, mientras la estatua del Libertador parecía vigilar con indiferencia aquel desorden” (La historia de Mayta). Pero también hay cariño, cercanía, especialmente con Miraflores: “probablemente, ningún barrio en ninguna parte del mundo, tiene para mí ese relieve y esas connotaciones sentimentales e intelectuales” (en El País). Ve mutar y transformarse esa zona de la ciudad: “Y en el Miraflores de esos años, a diferencia de lo que ocurriría tiempo después, cuando empezaron a brotar los edificios y a desaparecer las casas, en los departamentos vivían solo los pobretones, esa disminuida especie humana a la que —ay, qué pena— parecían pertenecer las chilenitas “ (Travesuras de la niña mala).
La otra ciudad clave para Vargas Llosa es París, y en boca de sus personajes lo deja entrever: “Yo también creía que por París uno podía hacer todos los sacrificios” (Travesuras de la Niña mala). O, en ese mismo libro: “De chiquito, decía que quería ser diplomático, pero era solo para que me mandaran a París. Eso es lo que quiero: vivir aquí”. La explicación la da él mismo en El País: “Tal vez porque con ninguna ciudad soñé tanto de niño, atizado por las lecturas de Julio Verne, de Alejandro Dumas y de Víctor Hugo, y a ninguna otra quise tanto llegar y echar allí raíces, convencido como estaba, de adolescente, que solo viviendo en París llegaría a ser algún día un escritor”.
Las ciudades de Vargas Llosa no son solo el telón de fondo: con ellas se descubre un mundo completo, mucho más de lo que se alcanza a decir en estas pocas líneas. Es que así son los grandes escritores, y así también son estas ciudades.
Por Ricardo Abuauad, Decano Campus Creativo UNAB y profesor UC
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