Las grandes empresas
Por Rolf Lüders, economista
El gobierno ha implementado -con muy buenos motivos- una ley de garantía de créditos para las Pymes. Sin embargo no ha ofrecido similares beneficios a las grandes empresas, a pesar de que aportan un alto porcentaje de los buenos empleos y del PIB. ¿Por qué motivos se ha dado esta discriminación?
A mi entender, dicha segregación está relacionada al menos a cuatro factores: (1) puede ser conveniente diseñar un plan de ayuda especial para ellas; (2) está difundida la impresión de que estas empresas tienen acceso irrestricto al mercado de capitales, lo que no es cierto en tiempos de crisis; (3) se confunde la empresa y la propiedad de la misma, que son dos cosas distintas; y (4) las grandes empresas tienen un problema de imagen, que sin duda incide en la definición de las políticas públicas, y que está relacionado tanto con ciertos casos de colusión relativamente recientes, como con la cuestión más general de la distribución de la riqueza en Chile.
Estados Unidos enfrentó a fines del siglo XIX una situación similar a la chilena actual. Entonces se formaron una serie de grupos de empresas (los así llamados trusts) -entre los que se destacaron la Standard Oil, (Esso), la US Steel, la American Tobacco Company, e Ivar Krueger, el rey de los fósforos. Igual que en Chile, la formación de estos conglomerados se explica en buena parte porque lograron ser más eficientes que la alternativa, es decir, que la actuación por separado de sus componentes. No obstante, sucedió que en ocasiones usaron su poder de mercado para incurrir en lo que se conoce como abusos.
En EE.UU., bajo los gobiernos de William McKinley y Theodore Roosevelt, se desmembraron buena parte de esos grupos. Como ese país tiene un inmenso mercado, eso aumentó la competencia, al mismo tiempo que cada una de las partes siguió operando con niveles razonables de eficiencia.
Por su tamaño de mercado y la existencia de economías de escala, Chile no puede hacer lo que se hizo en EE.UU. y ha buscado su propio camino. Abrió la economía completamente a la economía internacional y, como norma, reguló las empresas que después de lo anterior aún quedaron con poder monopólico. Además se creó una moderna institucionalidad en defensa de la libre competencia, cuya acción, eso sí, quizás deba ser expandida.
Por el tamaño de nuestra economía y las tecnologías vigentes, Chile tiene necesariamente que convivir -si es que desea desarrollarse- con la existencia de un número significativo de empresas locales de gran tamaño, que generalmente operarán internacionalmente. Así se hace en todos los países pequeños de economía exitosa, como Nueva Zelanda y los países nórdicos, por ejemplo. No obstante, para que sean aceptadas estas empresas, deben hacer un esfuerzo muy superior al actual por transparentar su rol social.