Las lecciones que dejó Jan Gehl en Chile
"Si vives en el centro de la ciudad y no te gusta el ruido, vuélvete a los suburbios". Eso contesta Jan Gehl cuando le preguntan por los vecinos de ciertas zonas de la comuna de Santiago que no quieren que ocurra nada cerca de sus departamentos. No tiene pelos en la lengua. A sus 82 años, este danés viene de vuelta. Ya llegó hace rato a la cima como arquitecto experto en diseño urbano y espacios públicos que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos. Su oficina, Gehl Arquitects, ha desarrollado los planes maestros para humanizar ciudades como Nueva York, entre muchas otras. Es uno de los grandes responsables de que su Copenhague natal sea hoy la ciudad con más ciclistas del planeta, en la cual los niños menores de diez años pueden ir solos al colegio y donde el auto se usa sólo para distancias muy largas.
Jan Gehl estuvo la semana pasada en Chile. Era su primera vez en nuestro país. Vino a una celebración de la ciudad llamada "Adictos a la Capital", de la cual este columnista fue uno de los organizadores. Y entre conversaciones con dirigentas de la Villa Antumalal y el alcalde de Renca, un desayuno con los responsables de las instituciones culturales que forman Barrio Arte, charlas en escuelas y asociaciones de arquitectura, entrevistas en radio, conversaciones que tuve el honor de compartir mientras lo paseábamos con la agregada cultural de la Embajada de Dinamarca, así como con esa magistral presentación que hizo en el GAM frente a 800 personas, este gigante dejó frases, ideas, reflexiones que hay que repetir para que se nos impregnen.
En los libros de Jan Gehl, en documentales como The human scale que hablan de su trabajo y en sus presentaciones en vivo, hay conceptos que se repiten porque son la estructura de su visión. "Te preocupas de lo que mides" es, quizás, la piedra angular de lo que podríamos llamar su "descubrimiento". Hasta antes de Gehl, nadie medía a los peatones. Sólo los autos y el transporte público eran objeto de estudio, de investigaciones, de papers. Ergo, los peatones no existían en la discusión acerca de las políticas públicas. Fueron estas primeras mediciones realizadas en Dinamarca, luego en Europa y, desde la creación de Gehl Architects en 2000, en varios continentes, las que han viralizado el paradigma de las ciudades a escala humana cada vez más lejos de Copenhage.
"Si tienes más espacio para la gente, tendrás más vida pública", es otra reflexión de Gehl que recién está empezando a parecer obvia en Chile. Un gran ejemplo es la plaza de bolsillo de Santo Domingo con Teatinos. Desde el día en que ese inmenso sitio, eriazo por décadas, se convirtió en lo que es hoy, se llenó inmediatamente de niños, familias, mascotas, comida, plantas, huertos, juegos. Vida, al fin y al cabo. Aquí se aplica otra máxima de Gehl. "Un metro cuadrado de espacio público cerca de tu casa es mejor que diez metros cuadrados lejos de ella". No hay duda de que los parques públicos son fundamentales: qué maravilla es tener la Quinta Normal a ocho estaciones de metro de tu casa para ir el fin de semana, pero necesito un lugar donde llevar a mis hijos en la semana, al que pueda llegar en unos minutos. Sigamos. "Las ciudades antiguas siempre las hacíamos a una escala de 5 km/h, lo que significa que cuando te mueves a esa velocidad ves a la gente, nos apretamos un poquito y vivimos en un mundo sensual e interesante. Puedes ver todos los detalles, los colores, los olores, incluso los ruidos son muy interesantes. (Pero) si vas a los suburbios te das cuenta de que están hechos para que los autos vayan a 60 km/h. Para eso necesitas espacios grandes, señales grandes y un radio de giro amplio. Es una escala completamente diferente a la de un hombre caminando". Eso no es escala humana. Así como tampoco los edificios muy altos. "Sobre los seis pisos, tu vínculo deja de ser con la ciudad, empieza a ser con el espacio aéreo. El hombre es un animal horizontal, todos nuestros sentidos son horizontales", dice Jan Gehl.
Dejo para el final su frase dedicada a nuestra capital. "El clima, la pendiente y el tamaño de Santiago son demasiado complicados para las bicicletas". Termina de decir estas palabras, algo no me calza, y entonces este hombre generoso, sabio, empático y con mucho sentido del humor, comienza a reírse a carcajadas. "¿Pero cómo se van a quejar del clima si en Dinamarca andamos en bicicleta con veinte grados bajo cero? ¿Y la pendiente? Nada en comparación con otras ciudades llenas de ciclistas. ¿Y el tamaño? ¿Te parece que la ciudad de Nueva York, con sus cinco distritos y ocho millones de habitantes, es muy pequeña?". Se sigue riendo. Yo me dedico a tomar notas y a darle gracias a la vida por haber sido su guía y sherpa en Santiago.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.