Liberen el litio
SEÑOR DIRECTOR:
Concuerdo con lo señalado por Pedro Zapata en su carta de este miércoles de que las operaciones futuras de litio requieren de un enfoque racional y sustentable. Suscribo también que se debe exigir armonía con el medio ambiente. Comparto, por último, la necesidad de involucrar a las necesidades aledañas.
Pero, y esta es mi discrepancia fundamental, para estos objetivos hemos diseñado mecanismos institucionales estándar: el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, la Consulta Indígena y una serie de otras herramientas regulatorias. Ese y no otro es el espacio para ponderar aquellas consideraciones. No hay ninguna razón para exigir al litio una etapa adicional a las que enfrentan el cobre, los salmones o los aerogeneradores. El litio debe comenzar su trayecto en el primer piso igual que todos, no hay motivos para que sea el único que parta en el sótano.
Resulta insólito que el señor Zapata invite a no apresurarnos, en circunstancias de que la ventana de altos precios del litio posiblemente sea breve y ya estamos extremadamente atrasados. ¿Acaso 44 años de producción cero en todos los salares salvo Atacama no es ya suficiente dilación? ¿Acaso los 370 días que hoy tardan en promedio los proyectos solo en el SEIA, sin siquiera contar los varios años de construcción, son insuficientes para la reflexión profunda a la que hace mención? La propia Estrategia Nacional del Litio que el señor Zapata celebra (y en este particular yo también) llama “a actuar con sentido de urgencia” y subraya que “entendemos la urgencia del desafío”. Sí, es urgente, porque la recaudación tributaria esperada nos permitirá abordar necesidades sociales apremiantes, y porque en la lucha contra el cambio climático, que el litio ayuda a mitigar, estamos ya muy contra el tiempo.
Joaquín Barañao
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