Límite infranqueable
El delicado escenario que se abrió esta semana en Venezuela, vino a confirmar el relativo buen momento con el que La Moneda empieza a irse de vacaciones. Con la instalación en la agenda pública del proyecto sobre "admisión justa" y la decisión del Frente Amplio de desconocer el acuerdo administrativo de la Cámara de Diputados, el gobierno tuvo un visible punto de inflexión, una tregua donde nuevamente el foco de las principales tensiones y desacuerdos políticos pasó a las filas opositoras.
A este cuadro se agregó la crisis venezolana, un factor que refuerza el panorama de contrastes en una ya distanciada y fragmentada oposición. Así, desde el explícito respaldo al régimen de Maduro exhibido por el PC y sectores del Frente Amplio, hasta la dura crítica a las violaciones a los DD.HH. y la exigencia de elecciones libres formulada por la DC, una enorme línea de matices tiñó las reacciones de la centroizquierda ante el drama político y humanitario de la nación caribeña.
Es cierto: las diferencias en muchos temas son de fondo, pero ese fondo tiene un límite. Y en este punto es importante tratar de no caer obnubilado por las luces y la pirotecnia; así, del mismo modo como el desenlace del intento de Frente Amplio por desconocer el acuerdo administrativo de la Cámara de Diputados será su muy probable ratificación, todos los disensos que la crisis venezolana pueda hacer visibles en la oposición chilena no dejarán de ser un saludo a la bandera, símbolos de una extemporánea lealtad ideológica o aparente defensa de sólidos principios, que al final, sin embargo, no impedirán que sus exponentes sigan sometidos al mismo imperativo: la convergencia electoral y política para no terminar en el abismo. La obvia necesidad de agruparse -desde la DC hasta el Frente Amplio- para disputar con algún grado de viabilidad los espacios de poder, los cargos administrativos en la Corporación, alcaldías, cupos parlamentarios y, finalmente, la presidencia de la República, es el verdadero límite infranqueable, eso que no podrá ser removido por la defensa de ningún principio, ni por ninguna estrategia de perfilamiento o camino propio.
En el tiempo que resta hasta el escenario electoral del próximo año seremos testigos de innumerables comedias, pantomimas sobre principios sólidos y amenazas de ruptura, pero al final del día el desenlace parece ya escrito: como lo volverá a confirmar en marzo la reafirmación del acuerdo administrativo, el Frente Amplio comienza ya a aceptar que no puede ni podrá prescindir de la DC y de la ex Nueva Mayoría; así como la Falange, después de todos sus esfuerzos de reposicionamiento, tendrá que asumir también que en materia de pactos electorales y proyección política, no puede ni podrá tampoco prescindir del conjunto de la izquierda, incluidos el PC y el Frente Amplio.
En definitiva, el único límite aquí es la voluntad de poder y todo lo que veamos hasta las próximas elecciones será parte del anecdotario, árboles que muchas veces hacen difícil ver el bosque, pero que al final del día no impedirán que el peso de su frondosidad termine imponiéndose.
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