Los dichos de Lagos

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Por Eugenio Rivera, Fundación Chile 21 y Casa Común

En una entrevista con La Tercera muy difundida, Ricardo Lagos busca reposicionarse como el articulador político post 4 de septiembre. A tal fin, estratégicamente, elude tomar posición respecto de cuál texto constitucional, el emanado de la Convención o la Constitución vigente, es el que permite enfrentar mejor las demandas ciudadanas y los desafíos del presente siglo, y cuál es el mejor punto de partida para culminar el proceso constitucional tras el plebiscito.

Resultan desconcertantes sus numerosas inconsistencias discursivas. Denomina a la propuesta constitucional como “fratricida”, y que los constituyentes “debieron hacer un esfuerzo mucho mayor por entender que no debieron ser tan partisanos”; en entrevista análoga con CNN agrega que sobre las constituciones no hay debate, pues se alcanza la verdad. Estos dichos muestran su distancia respecto del curso de los acontecimientos en el país. Habiendo el 18-0 evidenciado hondas y graves fracturas -con los pueblos originarios, entre los centralistas y la aspiración a un Estado regional, entre la economía y el medio ambiente, entre la ciudadanía y el sistema político, entre los partidos crecientemente desprestigiados y los independientes-, solo una visión mesiánica puede concluir que ello podría superarse en el curso de un año y solo sobre la base de un texto. Es incoherente sostener que sobre las constituciones no hay debate, pues ellas, por su naturaleza, se elaboran en momentos políticos críticos de las sociedades.

Resulta incoherente su postura, ya que el propio Lagos admite y muestra sistemáticamente cómo la derecha faltó al compromiso establecido en 1989 para cambiar la Constitución; cómo ese sector necesitó 6 años para acceder a aprobar la reforma constitucional de 2005, pese a que mantenía los quórums supramayoritarios, la noción implícita de Estado subsidiario; el predominio del derecho de propiedad sobre cualquier otro derecho y que se negó a discutir la propuesta constitucional de Bachelet. No obstante, todo ello, repentinamente exige a la derecha una declaración escrita comprometiéndose con algunos cambios, como si eso garantizara que ese sector, teniendo el sartén por el mango en caso de ganar el Rechazo, acepte cambiar los aspectos fundamentales de la Constitución vigente.

Ignora el expresidente cómo Chile cambió y la contribución que ha hecho la Convención para construir un nuevo pacto social. Existiendo una ya larga crítica de la izquierda y la centroizquierda a la Constitución vigente. ¿Se habría imaginado alguien que la derecha (al menos de palabra) aceptara la idea de un Estado social y democrático de derechos, o el reconocimiento de la plurinacionalidad, la paridad y la preocupación por el medioambiente? Pero, claro, ese “giro” de la derecha solo será realidad si triunfa el Apruebo.