Los dilemas de Boric
Por Jorge Burgos, abogado
Se inicia para Gabriel Boric una prueba que quizás él imaginó podría llegar en unos 10 años más, pero las circunstancias y por cierto sus capacidades determinaron que se adelantara, lo cual le impone inmensas exigencias personales.
De partida, tendrá que demostrar que el perfil de equilibrio que logró exhibir en la campaña de segunda vuelta no era mero tacticismo, para lo cual deberá tomar decisiones que pueden acentuar los recelos del PC y los sectores del FA. Si quiere evitar que el país se deslice a aguas procelosas, Boric necesitará actuar con prudencia no solo respecto de la economía, sino de todo lo que hoy está cuestionado en la Convención.
Su problema mayor es lo que podría llamarse “el peso de la noche”, el lastre de las viejas monsergas revolucionarias acerca de cómo crear “una nueva sociedad”. Precisamente por eso es que debería tener muy presente la experiencia de la UP, para no hacer lo que allí se hizo.
Si Boric trata de dar a su gestión un sello como el que describió en Enade, implicará seguir un curso de acción que no les gustará a los cruzados del anticapitalismo que estarán dentro del gobierno, y desde luego a la izquierda octubrista, que ha amenazado con “no soltar las calles” si no indulta a los presos de la revuelta. La primera prueba en materia de orden público será el 29 de marzo, “día del joven combatiente”.
Si Boric asocia el rumbo del gobierno a lo que pase en la Convención, cada vez más partisana, cometerá un error estratégico. Lo que parece conveniente es mirar las cosas con visión de Estado, y considerar la posibilidad de que el pacto constitucional venga por un lado distinto, el del Congreso. Nadie debería estar más interesado en apostar por la estabilidad y los acuerdos.
¿Qué papel jugará el PC en el nuevo gobierno? ¿Podría impulsar una línea comparable a la del PS de los años de Allende, que busque “avanzar sin transar”? No es descartable, pero el horno no está para esos bollos. Si lo hiciera, se expondría de un modo temerario. En la primera etapa es probable que los dirigentes comunistas prioricen el empeño por asegurar una cuota relevante de cargos públicos, pero sin arriesgarse a pagar los costos de los errores e insuficiencias. Intuyendo que las cosas no serán fáciles, el PC buscará que el FA pague los platos que puedan romperse. Si las aguas se encrespan, sus dirigentes se preocuparán de que el partido no salga mal parado. Con todo, para dar mayor fuerza a su postura, no dudarán en movilizar todo lo que tienen para presionar al gobierno desde la calle.
Boric carece de una fuerza parlamentaria propia y significativa, y eso limitará su autonomía de vuelo. Los partidos que lo acompañan no tendrán mayoría en el Congreso, y el apoyo de los parlamentarios DC, e incluso del PS y el PPD, podría ser variable y condicionado. En tal contexto, al nuevo Mandatario solo le servirá actuar con estricto sentido de las proporciones. Cualquier reforma ambiciosa, por ejemplo, la tributaria, le exigirá negociar y pactar. ¿Enfrentará una oposición de la extrema izquierda, además de la que desplegará la derecha? Todo parece indicarlo. De hecho, los grupos armados en La Araucanía ya han anunciado que seguirán en lo suyo, y frente a eso no bastará con proclamar las virtudes del diálogo.
Para tener éxito, Boric deberá convencerse de que tiene que encarnar el estado de derecho. Y para gobernar sin permanentes sobresaltos, debe disponerse a dialogar y a establecer acuerdos. Todo eso tiene costos, por supuesto. Pero, lo peor sería representar la ambigüedad, la indefinición, o dar la impresión de que no se sabe adónde ir.
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