Los “inesperados” efectos del retiro del 10%
Por Víctor Salas, economista, Departamento de Economía Universidad de Santiago de Chile
Desde el 7 al 24 de agosto se han retirado y pagado 8.500.070.040.000 de pesos (US$ 10.812 millones) de los fondos de pensiones, cifra que representa alrededor del 3,5% del PIB anual del país.
Sin duda, esos dineros generan mayor liquidez en la economía chilena y eso servirá para que los trabajadores que retiraron fondos de su AFP puedan gastarlos en compras de alimentos y otros bienes y servicios para su familia; en pagar los servicios básicos (agua, luz, fono, gas, internet), arriendos, dividendos y deudas o realizar compras nuevas. Esto, a su vez, provocará un aumento del gasto de las personas y, principalmente, un aumento del consumo agregado de la economía. Se trata de un impacto, de una sola vez, en el aumento de la demanda interna, que impulsa un crecimiento del PIB con alcance limitado, que los especialistas han estimado entre uno y tres puntos porcentuales probablemente solo en agosto.
Este impacto positivo sin embargo no será capaz de contrarrestar la tendencia fuertemente negativa que trae el indicador de producción mensual, Imacec, el cual ha tenido valores negativos desde abril pasado, con un promedio de -14% para el segundo trimestre del año, debido a la crisis sanitaria que vivimos y las cuarentenas establecidas para parte importante de la población del país, que afecta a los procesos productivos, a lo menos, en niveles similares de caída para el mes de julio (alrededor de -10% y -12%).
La situación de caída del PIB en la que nos encontramos solo se puede resolver en la medida que se logren las condiciones sanitarias necesarias para retirar las cuarentenas y se pueda reactivar la economía, sin los sobresaltos de paros empresariales ni de conflictos sociales.
La economía podría retomar con mayor o menor fuerza su crecimiento si se mantiene o no el actual desarrollo del desconfinamiento y sea posible que se encuentren, en los próximos meses, una mejora sanitaria y, además, se implementen esfuerzos fiscales de reactivación, acordados en el Plan de Emergencia (Fondo Covid) entre el gobierno y parte importante de la oposición.
Es claro que no son “inesperados” los efectos positivos de este retiro sobre el crecimiento de la economía. No aparecieron en el debate antes de la aprobación del retiro de fondos, porque los especialistas prefirieron centrar sus argumentos en los potenciales efectos negativos que también podía esperarse de este retiro en las pensiones y en otros impactos posibles sobre las expectativas de los agentes financieros, los que por los resultados observables, ahora, no ocurrieron o no fueron catastróficos o se han ido compensando en el corto plazo. En este último ámbito, los efectos negativos que se pronosticaron terminaron ajustándose o se recuperaron. Unos más rápidos que otros.
Así, por ejemplo, la caída catastrófica pronosticada en el valor de los fondos de pensiones, por la venta rápida y concentrada de activos no ocurrió. Al 23 de agosto de 2020, se observa que los fondos ya se han recuperado y el valor de su patrimonio en las AFP, fondo E (de menor riesgo) tiene, a la misma fecha, un valor 4,7% superior al que tenía el 1 de junio (antes del debate sobre retiro). Tampoco ocurrió la caída de la bolsa pronosticada. En realidad el IPSA tuvo su mayor caída de este año entre el 20 y 23 de marzo y desde esa fecha no ha recuperado los niveles de 2019.
Desde 9 de junio al 21 de agosto, el IPSA ha estado fluctuando, con pequeñas variaciones, alrededor de los 4000 puntos, llegando ese último día a un valor de 3994,7124 puntos.
Respecto del dólar, también se estimaron fuertes efectos negativos, asumiendo un aumento del tipo de cambio nominal por la gran cantidad de dólares que se deberían traer desde el exterior una vez que se vendieran los activos que las AFP tienen fuera (43,8% de los fondos al primer trimestre 2020), todo lo cual no ocurrió. Las recientes pequeñas variaciones del dólar han estado más asociadas a las variaciones del precio del cobre.
Luego, todos esos pronósticos no se cumplieron y no hubo desastre. Donde sí se deberá prestar atención, desde ahora, es en cómo se mejorarán las futuras pensiones para las chilenas y chilenos.
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