Los mayores sí nos importan

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Por Marcos Singer, director del MBA UC y del Magíster en Innovación UC; académico de la Escuela de Administración UC

El sufrimiento, la desesperanza y, sobre todo, la soledad de los ancianos fue uno –quizás de muchos- de los secretos a voces que salió a la luz en esta pandemia. En Europa, que nos ha llevado la delantera en esta crisis sanitaria mundial, un informe de Amnistía Internacional hablaba de la “desprotección y discriminación de las personas mayores” en residencias de cuidados a ese grupo etario en Madrid y Cataluña.

Entre lamentables pérdidas y un profundo agotamiento colectivo, el coronavirus nos ha entregado también algunas certezas. Una de ellas es que los ancianos llevaban tiempo siendo los personajes invisibles y prácticamente olvidados de nuestra sociedad. Por ello, abordar su atención y cuidado frente al enemigo invisible del coronavirus era un desafío demasiado grande que solo podía ser enfrentado como una acción conjunta e interdisciplinaria.

Las primeras informaciones recibidas en Chile desde Asia y Europa sobre el Covid-19 nos adelantaban que el mayor riesgo era, precisamente, para ese sector de la población. Por ello, había que poner especial atención en aquellos Establecimientos de Larga Estadía (ELEAM), donde muchos conviven. La amenaza era real, pero ciertamente no podía ser abordada solo por el Estado, debilitado con la crisis social de octubre de 2019 y ad portas de la propagación de una enfermedad desconocida y letal.

Fue entonces cuando se organizó un equipo que contó con representantes de instituciones claves del mundo público y privado: la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y la consultora estratégica McKinsey. Por parte del gobierno participaron el gabinete de la Primera Dama (programa Compromiso País) y el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama); y, en representación de la sociedad civil, se sumaron la Fundación Simón de Cirene, la Sociedad de Geriatría y Gerontología, y fundaciones que operan diversos ELEAM.

Las acciones de este grupo, desarrolladas en abril del 2020, tuvieron como foco principal atacar dos áreas: la prevención de los contagios y la mitigación de los efectos producidos por el virus. Los detalles, resultados y especificación de dichas medidas se encuentran contenidos en el documento “Del diálogo a la acción mancomunada: tres estamentos en la batalla contra el Covid.19”, publicado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica. Esa investigación no solo determinó que el plan desarrollado por este equipo transversal permitió salvar 405 vidas de adultos mayores, prevenir 1.468 contagios y evitar 857 internaciones en camas críticas. También dejó en evidencia el valor del trabajo conjunto por una causa mayor, y para esos ancianos la satisfacción que alguien se preocupaba por ellos y que sí eran importantes para muchas personas.

Más allá de ese positivo balance en cifras, debemos aprovechar el momento para reflexionar y salir fortalecidos de la adversidad. Plantearnos cómo asumimos esa corresponsabilidad generacional, la empatía y consideración hacia los adultos mayores. Cuántos de nosotros dedicamos tiempo y paciencia a visitar a nuestros familiares que están en condiciones de abandono y soledad. En Chile, el estreno de “El Agente Topo” -donde su protagonista debe espiar al interior de un hogar para saber si una de sus residentes es maltratada- remeció conciencias y corazones. Ojalá que no tenga que venir otro virus u otro documental para acordarnos de esos adultos mayores. La vejez no es fácil para nadie, pero para allá vamos todos.

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