Los otros derrotados

En la sesión hubo 21 senadores presentes. El resto se conectó de manera virtual.


Por Max Colodro, filósofo y analista político

Sin atenuantes, el gobierno tuvo que aceptar el fracaso que implicó la aprobación del retiro del 10% de las cotizaciones, a la cual se agregó la inédita sangría de la coalición oficialista. Pero no fueron los únicos: el curso y el desenlace de este proyecto vinieron también a confirmar el estado de coma en que se encuentra un sector relevante de la propia centroizquierda.

Son los partidos de la ex Concertación, cuerpos sin signos vitales que en los últimos años han terminado siendo esclavos de una nueva hegemonía, un campo gravitacional generado por el PC y el FA, que siempre consigue imponerle agendas, definir los cursos de acción e impedir toda disidencia. Estas últimas semanas, de la mano del ya emblemático proyecto del 10%, la mimetización opositora terminó siendo absoluta e incondicional, sin duda un hito esclarecedor sobre lo que viene.

Como rehenes bajo amenaza, los otrora moderados no pudieron siquiera cumplir el acuerdo económico que habían firmado con el gobierno hace apenas un par de días. Un compromiso fiscal para los próximos 24 meses y que suponía límites de gasto quedó en cenizas cuando desde el flanco izquierdo surgió la posibilidad de retirar ahorros previsionales. Sus técnicos y ex ministros de Hacienda hicieron esfuerzos para esclarecer que esta era una mala política pública, pero no sirvió de nada; su ya crónica claudicación volvió a imponerse, explicando por qué este bloque compuesto por el PPD, PR y PS es la “institución” más desprestigiada de Chile según la encuesta Cadem.

Después del 18 de octubre, su sometimiento frente a los que buscan el colapso del orden constitucional se ha vuelto todavía más evidente. Y esa realidad, reafirmada esta semana en el Congreso, hizo que el PC optara por adelantar su primera jugada en el tablero presidencial. En el fondo, los comunistas saben que no será necesario contenerse para buscar acuerdos electorales con los exmoderados; ellos van a estar disponibles igual porque no tienen otra opción. Luego de haber renegado de sí mismos y de tirar sus veinte años de gobierno por la borda, no poseen nada que reivindicar ni nada que ofrecer. Saben que no jugarán ningún papel relevante; solo esperan, y en realidad más bien suplican, no quedar debajo de la mesa.

Con seguridad, en los próximos meses los veremos efectuando todo tipo de pantomimas. Intentarán hacer creer al país que tienen definiciones que tomar, caminos que analizar. Y que esos caminos no llevan inevitablemente a la convergencia ni menos a la sumisión al PC y el FA. Pondrán en escena todas las máscaras y piruetas posibles para intentar mostrar independencia, identidad y fuerza propia. Pero, al final, todo lo que hagan tendrá como objeto no ser dejados atrás por sus propios inquisidores, lograr ser los convidados de piedra de un conjunto de fuerzas políticas que sí tiene vocación de poder y que, en el fondo, solo los desprecian.

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