Los padrinos de la violencia
Por Sergio Muñoz Riveros, analista político
La mayor desgracia política del último año ha sido la irrupción de la violencia en gran escala de un modo que dejó profundas heridas físicas y morales en nuestra sociedad. Ya no hay duda de que en los actos de destrucción y pillaje confluyeron diversas fuerzas político-delictivas, unidas por el propósito de sembrar el caos, aterrorizar a la población y provocar un cuadro de inestabilidad institucional que, en lo posible, hiciera caer al gobierno.
Están a la vista las consecuencias de los desmanes. No lo olvidarán los miles de pequeños comerciantes cuyos negocios fueron arrasados, tampoco los fieles de las iglesias quemadas, todas las víctimas de la revuelta que excitó a quienes manifestaron indulgencia y hasta simpatía hacia los violentos que, como sabemos, recibieron homenajes en el Congreso y en el Festival de Viña. Hasta hoy, hay periodistas, académicos, comentaristas de la TV y figuras del espectáculo que tienden a justificar las tropelías con el discurso de la desigualdad, que les ha servido para disimular cuán desiguales son ellos mismos.
La violencia fomentó la doblez y el cinismo en las formas de hacer política, además de la inconciencia respecto de los límites de la vida en democracia. Allí están para probarlo los pronunciamientos de los partidos opositores que, en los momentos de mayor incertidumbre nacional, fueron abiertamente desleales con el régimen democrático. Los dirigentes del PS, la DC, el PPD y el PR deberían releer la declaración que firmaron el 12 de noviembre del año pasado, junto al PC y al Frente Amplio, cuando creían que el gobierno les iba a caer en las manos.
Las manipulaciones del lenguaje han servido de aval de la cultura Molotov: en vez de saqueos, se ha dicho “protestas ciudadanas”; en vez de vandalismo, “descontento popular”; en vez de asonada, “despertar de Chile”; etc. El rol más corrosivo ha sido el de los inspiradores intelectuales del “espíritu de octubre”. Se trata de los académicos que, en varias universidades, han dado coartada filosófica a la acción directa (con bibliografía, por supuesto), seguros de que su propio pellejo no corre peligro, solo el de los estudiantes. Han alentado a quienes no le hacen asco a ningún método para “liberarnos” del capitalismo. Como Víctor Iturrieta, profesor de Historia, 35 años, detenido en el Metro el viernes 4 de diciembre cuando transportaba ácido sulfúrico para usarlo como arma de combate ese mismo día.
Los senadores Adriana Muñoz (PPD), Yasna Provoste (DC), Isabel Allende (PS), Juan Ignacio Latorre (FA) y Alejandro Navarro (chavista), presentaron un proyecto de indulto de los responsables de los graves delitos cometidos a partir del 18 de octubre, entre ellos los atentados incendiarios. La senadora Muñoz dijo que el proyecto favorecía “a los jóvenes que lo único que han hecho es salir a protestar”. ¿Qué más se puede decir ante tanto extravío y tanta indolencia?