Los riesgos para A. Latina tras la pandemia



“Sudamérica se convirtió en el nuevo epicentro de la enfermedad, vemos con preocupación el aumento del número de casos en muchos países de la región”, aseguró hace algunos días el director del programa de emergencias sanitarias de la OMS. La afirmación vino a confirmar algo que ya revelaban las cifras, el acelerado crecimiento de los contagios no solo en Brasil -convertido hoy en el segundo país con el mayor número de casos en el mundo- sino también en Perú y Chile. En varios casos de la región las alzas se han dado incluso pese a las medidas de confinamiento aplicadas por la autoridad, en algunos casos desde marzo pasado. Actualmente son más de 800 mil las personas afectadas por coronavirus en Sudamérica y representan casi el 90% de todos los casos identificados en América Latina, según la OMS. Y a ello se suma que el panorama futuro, según las proyecciones de algunos centros de estudios epidemiológicos, como el de la Universidad de Washington, prevén que la situación seguirá empeorando hasta agosto próximo.

Ese escenario adelanta no solo un dramático panorama sanitario en las próximas semanas y meses en la región, que exigirá al máximo a los servicios de salud que en muchos países son precarios y carecen de las herramientas necesarias para hacer frente a la emergencia. También permite prever repercusiones profundas mucho más allá del ámbito sanitario y cuya recuperación tomará años. Como todo el mundo, la región enfrentará un escenario económico complejo y una recesión de una profundidad inédita hasta ahora, según pronostica el Banco Mundial. Solo este año, América Latina en su conjunto sufrirá una contracción económica superior al 5%, la mayor de su historia -y podría ser aún peor dependiendo de la duración de la pandemia. Situación que golpeará severamente el empleo, según la OIT, que prevé que el continente americano va a ser el más afectado por la pérdida de puestos de trabajo, con un aumento de 12 millones de desempleados. Todo ello, sumado al carácter global de la crisis y la debilidad institucional de varios países de la región, conspira contra una rápida recuperación y vislumbra un duro camino por delante.

En la primera década de este siglo, de la mano de las materias primas, la región vivió un periodo de fuerte crecimiento que redujo en más de la mitad el número de personas que vivía bajo la línea de la pobreza, ampliando las clases medias a niveles históricos. Pero el nuevo escenario que dejará la pandemia adelanta que al menos 30 millones de personas volverán a ser pobres, según la Cepal, y que toda una generación de jóvenes verá limitada sus posibilidades de desarrollo. La pandemia elevaría la pobreza en la región por sobre el 34%, un panorama que, como dijo el analista internacional Moisés Naím en un diálogo mantenido la semana pasada con suscriptores de este diario, es caldo de cultivo para la aparición de liderazgos populistas que amenazan con ahondar aún más la magnitud de la crisis. La historia reciente de la región abunda en ejemplos dramáticos sobre el costo del populismo. Un riesgo que es necesario evitar. Si bien la salida de la crisis no será fácil, ésta debe pasar por fórmulas serias y responsables, que promuevan la inversión y favorezcan la competencia.

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