Malas decisiones, peores consecuencias
SEÑOR DIRECTOR:
Dos fines de semana. Dos noticias absolutamente lamentables y dolorosas. En ambas la velocidad y la irresponsabilidad estuvieron en su origen.
Una, ocurrió en marzo en la comuna Santo Domingo y tuvo por resultado la muerte de dos jóvenes de 19 y 20 años. El informe indicó que el vehículo circulaba a 170 km/hr y el conductor había consumido alcohol. La otra fue hace unos días, en que un bebé de sólo tres meses de vida falleció y su madre está en estado grave producto de una carrera entre otros dos vehículos durante la noche.
Hace justo dos años, en un esfuerzo mancomunado con el Congreso, despachamos un nuevo marco legal que agrava las penas para el exceso de velocidad que sitúa al país a la vanguardia en materia sancionatoria para la seguridad vial. En ambos casos la sanción debiera ceñirse a la tipificación de velocidad temeraria definida en esa ley cuando un conductor circula a una velocidad que supera el límite en 60 km/hr o más. Así, en ambos casos, los presuntos responsables fueron formalizados y arriesgan penas de cárcel. Ambas escenas generan una profunda preocupación, pero esto parece no bastar.
El aumento de las sanciones y el incremento del control en calles y autopistas resultan ser esfuerzos en vano si no logramos sensibilizarnos por el daño que la imprudencia puede provocar a quienes nos rodean (¡y a nosotros mismos!). La solución definitiva a esta epidemia de las conductas que atentan a la seguridad vial pasa por cada uno de nosotros, la solución se encuentra detrás de cada volante.
Juan Carlos Muñoz
Ministro de Transportes y Telecomunicaciones
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