Maniqueísmo ramplón
Emprendedores y empresarios, más que subirnos a slogans y frases para la galería, haríamos mejor en poner todas nuestras capacidades en una lógica colaborativa para sentar las bases del proyecto país, reformista e innovador, que debemos construir para este nuevo ciclo.
Continúa en algunos el aprovechamiento de los cambios profundos que está viviendo Chile –que desafían por igual a la política, el Estado y la empresa- para polarizar el debate entre buenos y malos, y con miradas y propuestas cuyo común denominador es su construcción no en favor de un futuro distinto, sino que en contra de lo realizado en el pasado. Me refiero, por ejemplo, a columnistas y analistas que desarrollan sus argumentos con inteligencia y datos, pero que inevitablemente, como si fuera una tentación irresistible, caen en un maniqueísmo fácil. Es verdad que la polarización y el moralismo vende más en redes sociales, pero no es menos cierto que poco ayudan a construir las bases de un reformismo innovador que mire el futuro. Uno de los objetivos predilectos de tal manera de argumentar, es nuestra economía y los principales agentes del mercado, donde los empresarios seríamos fuentes de los más diversos males y los emprendedores sólo portadores de virtud.
Yo, en cambio, veo muy positivamente lo que se está haciendo en ambos mundos. Miro con optimismo como emprendimientos chilenos crecen, se internacionalizan y alcanzan valorizaciones históricas fuera de Chile. De hecho, junto con otros inversionistas, he tenido la oportunidad de co-invertir en varios de ellos -Cornershop, Betterfly, Fintual, Migrantes y Cumplo, entre otros- y ¡ojalá hubiéramos invertido mucho más! Por otra parte junto con un destacado grupo de más de 20 empresarios y emprendedores formamos UNE (www.unnuevoequilibrio.cl), plataforma que quiere visibilizar y potenciar que empresarios y emprendedores somos eslabones de una misma cadena. Por lo tanto, hemos sido colaboradores y protagonistas de ese gran ecosistema de emprendimiento chileno y valoro que se empiece a ver su evolución desde la etapa de nacimiento (start ups) a la de crecimiento (scale ups).
También miro con optimismo como grandes empresas chilenas y extranjeras están invirtiendo y creciendo en industrias exportadoras fundamentales para tendencias predominantes de la economía del futuro: donde las productoras de cobre y litio son claves para la electro-movilidad y el almacenaje de energía; las forestales son críticas para una construcción, packaging (fibra en vez de plástico) y limpieza sustentables; las alimentarias son fundamentales para una nutrición sana y sustentable para las personas; y finalmente las empresas energéticas, establecidas y desafiantes, haciendo de Chile un polo global para las energías renovables. En Colbún y CMPC, empresas donde soy vicepresidente y director respectivamente, estamos creciendo e innovando, aliándonos con emprendimientos innovadores como Eficity (que ofrece servicios de valor agregado de energía) y Strong by Form (que creó una tecnología que hace bio-compuestos basados en madera para usos estructurales en construcción y muebles sustentables, entre otros aplicaciones).
Es verdad que empresarios y emprendedores tenemos muchas brechas por cerrar y varios aprendizajes por hacer, pero lo haremos mejor colaborativamente, unificando esfuerzos para hacernos las preguntas y también buscar las respuestas. ¿Qué podemos hacer para que los emprendimientos chilenos al crecer sigan domiciliados en Chile en vez de cambiarse a Delaware, USA? ¿Cómo logramos profundizar nuestro mercado de capitales, y en particular el de riesgo, para que al crecer no sólo se recurra a fondos internacionales? ¿Cómo colaboramos para acelerar el cambio cultural para que más grandes empresas, sea como inversionistas y/o clientes, incorporen en sus cadenas de valor soluciones tecnológicas proveniente de emprendimientos, como en los ejemplos que mencioné? ¿Cómo logramos que nuestras industrias exportadoras aceleren su posicionamiento verde de la mano de proveedores de bienes y servicios chilenos de clase mundial? ¿Cómo logramos un cambio de rumbo en nuestra educación técnica, para que el desarrollo de nuestra economía vaya de la mano con la inclusión de más capital humano?
Cuando se tiene sólo un martillo, pareciera que los desafíos y problemas son sólo clavos. Emprendedores y empresarios, más que subirnos a slogans y frases para la galería, haríamos mejor en poner todas nuestras capacidades en una lógica colaborativa para sentar las bases del proyecto país, reformista e innovador, que debemos construir para este nuevo ciclo. Y ciertamente abriremos nuestras puertas para que columnistas, analistas e intelectuales conozcan más lo que estamos haciendo, ¿les interesará?