Más allá de la paridad
Por Hillary Hiner, profesora asociada de la Escuela de Historia, UDP
En los últimos días han circulado varias columnas sobre la necesidad de que el nuevo gabinete del presidente electo Gabriel Boric tenga paridad de género. Sin duda, esto sería importante. Solo hay que recordar el shock y la desilusión de muchas feministas al contemplar un gabinete compuesto en un cien por ciento por hombres en el primer gobierno de la transición de Patricio Aylwin, en el año 1990, como también lo complejo y simbólico que fue presentar el primer gabinete paritario cuando asumió Michelle Bachelet en el año 2006.
En ese sentido, un gabinete paritario se lee como un piso mínimo en el nuevo gobierno que asumirá el 11 de marzo de 2022, bien acorde, además, con la paridad de género dentro de la Convención Constitucional y el peso del movimiento feminista en Chile actualmente.
Y, no obstante, vale la pena preguntarnos, en el año 2022, ¿nos vamos a quedar conforme con esto?, ¿un piso mínimo? Desde una perspectiva feminista interseccional, decolonial y antirracista, yo creo que no. El programa de Gabriel Boric, como también, más ampliamente, la pretensión política transformadora de la coalición de Apruebo Dignidad –y lo que ahora podría ser un Apruebo Dignidad 2.0 con la llegada de algunas figuras clave del PS y otros sectores– nos lleva a esperar más de este gobierno entrante. Sí, paridad de género, pero no solo en el gabinete, sino ojalá de manera transversal en el gobierno. Y, además, pensar esta paridad no solo en términos de género, sino también de manera feminista e interseccional, esto es, también considerar que la mayor diversidad de personas con sus múltiples experiencias de vida solo ayudará a fortalecer la política y expandir, de hecho, los horizontes de la política. En ese sentido, ojalá ver no solo militantes de partidos, sino también personas con experiencias en movimientos sociales; mujeres, pero también personas con discapacidad, de pueblos originarios, afrodescendientes, personas LGBTQ+, sindicalistas, ecologistas, pobladores/as, campesinos/as, etc.
Esto no será fácil, ya que más de treinta años del duopolio y las lógicas neoliberales y tecnocráticas que se evidenciaban en slogans como “un gobierno de los mejores”, son difíciles de desmantelar. Todavía existe mucho prejuicio y elitismo a la hora de pensar que solo personas con múltiples postgrados en el extranjero o amplia experiencia en el sector privado y público puedan entrar a los gobiernos. Incluso de sectores cercanos a la antigua Concertación se escuchan comentarios con frecuencia sobre la “juventud” y la “falta de experiencia”; el “desastre” que nos avecina a la hora de querer cambiar las lógicas impuestas por la democracia de los acuerdos.
No obstante, si algo nos enseñó el estallido social, el Apruebo y la Convención Constitucional, y ahora el triunfo electoral de Gabriel Boric en la segunda vuelta presidencial, es que el pueblo chileno ya no quiere más de lo mismo. Cuando hablaban de los “treinta años y no los treinta pesos”, se referían también a eso. Y aquí estamos, listos y listas para empezar un nuevo ciclo político.
Presentar un gabinete, y más generalmente, la posibilidad de un gobierno desde lógicas transversales ecologistas y feministas interseccionales, sería justamente aprovechar el momento político que estamos viviendo, corriendo de esta manera el cerco de lo posible en la política y yendo más allá de la paridad.