
Matthei y la centroderecha caníbal
Una de las constataciones más obvias de los últimos traspiés en la centroderecha es que este sector y su candidata actúan como si tuvieran asegurado el triunfo.

Una de las constataciones más obvias de los últimos traspiés en la centroderecha es que este sector y su candidata actúan como si tuvieran asegurado el triunfo. Chile Vamos y Evelyn Matthei parecen creer que su arribo a La Moneda está garantizado y que, simplemente, heredarán el gobierno gracias al cansancio del electorado con la ineptitud del actual Ejecutivo.
Solo así se entiende la improvisación que mostraron en el fallido intento por levantar a última hora unas primarias destinadas al fracaso. Como maestros chasquillas, quisieron arreglar con un “alambrito” su chapucería. Peor aún, en lugar de hacer una autocrítica, la candidata trató de endosarle la responsabilidad a José Antonio Kast y Johannes Kaiser, que no tenían velas en ese entierro.
Sin embargo, el estancamiento que exhibe Matthei en las encuestas demuestra que la carrera recién comienza y que no hay nada definido aún. Aunque conserva ventaja, la candidata parece haber tocado techo y no logra alejarse de Kast y Kaiser, que podrían incluso ganarle en noviembre si uno de ellos termina abandonando en favor del otro.
La antropófaga centroderecha y su abanderada parecen estar haciendo todo lo posible por amagar sus posibilidades. Los autogoles se repiten: no solo las fallidas primarias, sino las inopinadas declaraciones de Matthei sobre el golpe de 1973, su incontinencia temática y una crónica indefinición ideológica.
Cuesta saber con certeza qué propone Matthei más allá de la “moderación” que ella ha pretendido demostrar. A estas alturas resulta obvio que le faltan proyecto e ideas. Es sorprendente: lleva décadas en la primera línea política, ya fue candidata en una ocasión y es, desde hace rato, la principal carta presidencial de su sector. Si hay alguien que no debería andar improvisando y cometiendo errores no forzados, es ella.
La solución que ha encontrado la centroderecha es de dudosa oportunidad: justo cuando luce más débil, se propone que Matthei anuncie un jefe de campaña y nombre voceros. No es que estos no sean necesarios para cualquiera que emprenda el camino electoral, pero sí es cuestionable que parezca que estas designaciones buscan proteger a una candidata que está mostrando fragilidad.
Lo propio de una candidata es mostrar liderazgo y poner el pecho a las balas, no esconderse. La razón es obvia: necesita captar la atención del electorado y mostrar que tiene pasta de presidente, lo cual supone habilidad para entusiasmar, absorber golpes, exhibir temple y sensatez bajo presión. Nada de eso queda claro con la decisión de arroparla en este momento. Más que una evidencia de solidez y apoyo, puede ser interpretado como una muestra de desconfianza hacia las capacidades de una candidata que, al parecer, no es tan similar a una dama de hierro como quisiera aparentar.
Por Juan Ignacio Brito, periodista
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