Mejor matemos el relato falso



SEÑOR DIRECTOR:

Son varios los que tienen por objetivo “matar el neoliberalismo”. Lo dijo el Presidente Boric cuando era candidato; recientemente lo volvió a poner en el ruedo la economista Mazzucato, al señalar que varios estaban mirando el experimento en Chile para darle muerte; y también lo destacó el Premio Nobel Joseph Stiglitz -que, dicho sea de paso, ha respaldado muchas malas ideas en la región-, quien señaló que el neoliberalismo debería haber muerto muchas veces antes. Lo declarado solo viene a reforzar el relato que algunos sectores profundamente ideologizados han ido instalando en el ideario colectivo. De esto surgió la desigualdad como caballito de batalla y, con ella, una serie de elementos que han ido minando los fundamentos del progreso.

Más allá de entrar en los detalles históricos del término neoliberalismo -cuyo punto de partida es el Coloquio Walter Lippmann en 1938, y que fue impulsado como una reacción al avance de los totalitarismos (en cualquiera de sus sabores), siendo de hecho más estatista que el liberalismo clásico de laissez faire-, parece más útil destacar la historia reciente de Chile para ir desterrando el relato falso. En específico, los fríos números reflejan que debido a una política económica medianamente liberal (Estado subsidiario, y no una especie de ley de la selva, como algunos pretenden dibujar), el país avanzó muchísimo, donde todos los indicadores se pueden resumir en uno solo: millones de niños y familias enteras que salieron de la pobreza.

Mejorar las perspectivas para las personas pasa por retomar los principios de libertad que permiten el progreso; dejar en evidencia el discurso falso que se quiere imponer; y evitar un crecimiento estatal aberrante, que una vez despojado de una narración mágica solo es usado como botín.

Félix Berríos Theoduloz

Economista

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