Menos es más: aprendizajes en tiempos de crisis
Por Alejandra Meneses, Facultad de Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile; y Carmen Sotomayor, Instituto de Estudios Avanzados en Educación, Universidad de Chile
La crisis sanitaria que ha derivado en la suspensión de clases presenciales nos ofrece como sociedad una oportunidad de transformar nuestra educación poniendo en el centro a los estudiantes, a los profesores y a sus experiencias.
La situación de crisis sanitaria que ha derivado en la suspensión de clases presenciales ha obligado a las autoridades educacionales a priorizar los objetivos de aprendizaje del currículo escolar. Así han seleccionado de las bases curriculares aquellos objetivos que son considerados “esenciales para avanzar a nuevos aprendizajes” (nivel 1). Si bien esta medida es necesaria dada la situación de emergencia en que nos encontramos, no es suficiente para proponer respuestas educativas a los niños, niñas y jóvenes hoy. Existe consenso sobre el bienestar socioemocional de las comunidades escolares como primer objetivo de cualquier propuesta en educación. Para apoyar dicho bienestar, los y las profesores están constantemente tomando decisiones sobre qué y cómo enseñar en estos tiempos de crisis. La pandemia ha dejado expuestas las profundas fracturas de nuestra sociedad, entre estas, la enorme desigualdad educativa aumentada por la brecha digital. Entre las grandes preocupaciones reportadas por la encuesta Mirada Docentes, los y las profesores indican que han obtenido una respuesta de 50% de sus estudiantes. Asimismo, solo 9% de los docentes declaran que los y las estudiantes pueden estudiar de manera autónoma.
Desde distintos espacios e interacciones educativas, se ha vuelto evidente que “menos es más”. La pandemia ha llevado no solo a las autoridades sino también a los profesores y a los entornos familiares a priorizar. La priorización implica un acto de selección intencional. Pero ¿qué seleccionar? Aquello que es esencial para asegurar el desarrollo intelectual y socioemocional de la generación más joven. ¿Qué vamos a considerar “esencial” en las distintas asignaturas? Se vuelve una necesidad acuciante formular respuestas sobre por qué seguir aprendiendo ciencias, matemáticas, lenguaje, entre otras asignaturas en este contexto de incertidumbre. Desde hace ya algunos años, se ha ido instalando la necesidad de desarrollar habilidades transversales transformadoras que permitan la aplicación del conocimiento para la resolución de problemas complejos en el siglo XXI. Sin embargo, las habilidades no pueden desarrollarse sin una vinculación a determinados conocimientos. He aquí un punto fundamental al que nos lleva esta crisis: ¿cuáles son las grandes ideas por aprender hoy en las distintas disciplinas y entre disciplinas? En el documento “Didácticas de la proximidad: aprendiendo en tiempos de crisis” (Propuestas Educación Mesa Social Covid-19, 2020), elaborado por más de 90 personas -profesores y académicos- de 18 universidades del país, proponemos una educación que ponga en primer plano el desarrollo de habilidades en relación con conceptos nucleares por áreas. Hoy en pleno siglo XXI, las generaciones más jóvenes requieren oportunidades de integración en que se vinculan la dimensión socioemocional con la cognitiva, en que se interconecta la experiencia de la escuela con propuestas culturalmente relevantes y en que se resuelven problemas poniendo en juego las habilidades y conocimiento de distintas disciplinas escolares.
La transformación educativa que estamos viviendo nos llama a reconocer el rol fundamental de los y las docentes. Son ellos quienes en este tiempo con una flexibilidad asombrosa han seguido ofreciendo oportunidades para aproximarse a sus estudiantes. Por eso, les proponemos la construcción de rutas de aprendizaje que incorporan actividades asincrónicas y sincrónicas según la diversidad de contextos en que se encuentran hoy los y las estudiantes. En este nuevo escenario, se vuelve aún más claro que ningún cambio en educación se puede realizar sin los y las docentes. Aún más, ellos junto a los estudiantes y las comunidades son invitados a adoptar un sentido de agencia, a participar activamente en la creación de pocas tareas de aprendizaje, pero motivadoras, significativas, auténticas y desafiantes, que nos permitan como sociedad orquestar nuestras distintas voces.
Priorización, integración, flexibilidad y agencia son principios que nos permiten redefinir las experiencias de aprendizaje en este contexto de emergencia y preguntarnos también cómo será la vuelta a clases y la educación pospandemia. Sin duda, la crisis nos ofrece como sociedad una oportunidad de transformar nuestra educación poniendo en el centro a los estudiantes, a los profesores y a sus experiencias. En esta perspectiva, la inédita colaboración entre universidades, así como entre universidad y escuela para esta “didácticas para proximidad” podría ser una modalidad de trabajo más permanente a fin de construir una educación de calidad para todos y todas, ya que la educación es un derecho.
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