Mercantilización

liceo bicentenario


Por Rolf Lüders, economista

Hay varias hipótesis sobre el origen del estallido social, pero en la mayoría de ellas la insatisfacción de una buena parte de la población con la provisión de bienes sociales juega un rol importante. En materia de educación se critica la calidad de la misma y su desigual distribución, culpando erróneamente de estos males a su mercantilización.

Los críticos del actual sistema de educación sostienen que en él la instrucción es concebida como un bien de mercado, siendo que en realidad se trataría de un derecho social, amparado en el artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (que, por lo demás, agrega que los padres tendrán preferencia para escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos).

De facto, en Chile la educación ha sido provista históricamente en forma mixta y en la actualidad -en que ella sí se considera un derecho- tanto el Estado como el sector privado juegan un papel. Simplificando, el actual sistema es uno en que el Estado determina los objetivos de la educación, define los programas para todos los escolares, financia la educación de la inmensa mayoría, y controla su calidad. Además, el Estado gestiona, por la vía de instituciones privadas sin fines de lucro, de los municipios y de los nuevos Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), más del 90 por ciento de los colegios del país.

Es decir, en estricto rigor, en Chile la educación escolar es provista por el Estado, que en cierto modo subcontrata parcialmente la oferta del servicio. Y el mismo Estado, para incentivar la provisión eficiente de ese servicio, permite a los padres optar entre los diversos colegios disponibles. Es cierto que los colegios son particulares u operados por municipios o SLEP, pero es el Estado que define el contenido de sus programas e indirectamente, por la vía del financiamiento, la calidad media de la educación que imparten.

El actual modelo se adoptó en Chile unos 40 años atrás para terminar con el desastre de la gestión centralizada de la educación escolar en Chile. Eran años en que -desde la Alameda- el Ministerio de Educación gestionaba prácticamente a toda la educación escolar del país. Pablo Huneeus tiene, al respecto, un ilustrador capítulo en el libro Chile 2010.

La reforma le ha permitido a Chile recuperar posiciones y en la actualidad lidera, junto a Argentina, a América Latina en años de educación escolar y tiene el coeficiente Gini (0,195) más bajo de la región en materia de distribución de su cobertura. No cabe la menor duda que el sistema escolar chileno se puede y debe perfeccionar, dado que los indicadores de calidad de la educación dejan que desear, a pesar de estar entre los dos o tres mejores de la región. Sin embargo, nuestra propia experiencia sugiere que volver -como proponen algunos- a un esquema de oferta escolar centralizado, sería un grave error.

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