Mi apruebo no te rechaza
Se acerca la fecha del plebiscito por una nueva Constitución y todas las encuestas señalan que el apruebo es respaldado por una amplia mayoría. En este sentido, no nos debería sorprender que ese fuera el resultado del 25 de octubre.
Hay distintos argumentos que circulan para votar por el apruebo. Unos dicen relación con el contenido mismo de la Constitución, promoviendo el reconocimiento de Chile como un Estado plurinacional, cambios en el régimen de gobierno, eliminación o modificación de las facultades que se le reconocen al Tribunal Constitucional, la descentralización, entre otros, También hay una discusión importante sobre los derechos fundamentales, la que incluye un debate sobre cuáles son los derechos que deberían estar reconocidos por la Constitución, en qué términos se da ese reconocimiento y así también sobre los mecanismos de protección. Dentro de ese tema, probablemente la gran discusión radicará en la regulación de los derechos sociales. Educación, salud y pensiones son los temas de interés que surgen en gran parte de los cabildos ciudadanos y evidentemente estarán presente en el debate constitucional. De esta forma, la discusión sobre el contenido de la Constitución abarca aspectos simbólicos importantes, como el reconocimiento de los pueblos originarios, y también la definición de derechos específicos.
Creo que los elementos simbólicos en el debate constitucional son de gran relevancia, pero éstos no dicen relación solo sobre el contenido mismo de una nueva Constitución, sino que también están presentes en la forma y disposición en que se enfrenta esta elección. En este sentido, el tenor de la campaña por el apruebo es tan importante como el debate sobre el contenido mismo de la Constitución. Uno de los argumentos de mayor relevancia para apoyar el apruebo consiste en destacar que la Constitución del ochenta no puede constituir la base común de nuestra sociedad porque es una Constitución que nos divide y fragmenta. Fue creada en dictadura y tuvo por propósito imponer un modelo político que no fue consensuado por todos y que buscaba silenciar ciertos debates políticos bajo el escudo de que ciertas ideas son inconstitucionales.
Si queremos que la Constitución sea la casa común, la base fundante de nuestro ordenamiento jurídico, ésta no puede ser creada bajo la lógica de trincheras políticas, en el sentido de que la forma de aproximarse a la discusión sea el gobierno por un lado y la oposición por el otro lado. Para que la Constitución sea la casa común, deben haber personas de todos los sectores políticos, económicos y sociales que no solo estén dispuestos a aceptar el resultado del apruebo, sino que estén dispuestos a votar apruebo. Esto constituye un cambio de paradigma de gran relevancia para nuestro futuro. Por lo mismo, tiene mucho valor que existan personas de derecha que digan abiertamente que van a votar por el apruebo.
Obviamente, esto no quiere decir que no van a existir debates políticos o grandes diferencias sobre el contenido mismo de la Constitución. ¡Qué duda cabe que van a existir muchas opiniones distintas sobre la regulación de la Constitución! Ahí estará el quorum de 2/3 de los constituyentes para permitir canalizar los debates y llegar a acuerdos sobre los temas de mayor relevancia. En definitiva, el votar apruebo es sinónimo de creer en la capacidad de llegar a acuerdos. Y si queremos que la Constitución sea la casa común, votar apruebo también es creer que “mi apruebo no te rechaza”.
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