Migración a Chile y Estado de Derecho
SEÑOR DIRECTOR
La migración vive en el mundo complejos días debido al desplazamiento forzado por guerras, conflictos políticos, condiciones climáticas, además de las tradicionales razones demográficas, económicas y sociales.
Chile no está ajeno a esta realidad. Producto del progreso económico y la estabilidad política de los últimos decenios, nos hemos convertido en un anhelado lugar de destino. A inicios de este siglo había 200.000 inmigrantes, en 2010 eran 300.000. Hoy residen en nuestro país un millón y medio que conforman el 8 % del total poblacional. En la Región Metropolitana representan el 11 %; en la Región de Tarapacá el 19 % y en la Región de Antofagasta el 15 %. Un tercio proceden de Venezuela.
El drama social que recorre esa nación es inédito en Sudamérica. Ese es el vector de la grave crisis humanitaria que observamos con impotencia en nuestra frontera norte. Seis millones de almas han emigrado por la desesperanza y el ahogo totalitario. Medio millón ha llegado a Chile con la ilusión de una nueva vida. Viajan miles de kilómetros, no se detienen. Es un torrente humano que busca un futuro, abortado en su tierra natal por falsas promesas populistas.
Junto con reconocer esta tragedia, el gobierno tiene el deber de hacer prevalecer el estado de derecho y la protección de las fronteras. Es imperativo conciliar el respeto por nuestra soberanía territorial y las dificultades de la población local con la angustia de quienes ingresan por pasos no habilitados.
Es una tarea demasiado compleja para un Estado que ha sido asediado sin miramientos desde 2019. Si los actores políticos y sociales no se comprometen a respetar las bases de nuestra institucionalidad, a recibir un flujo migratorio planificado y solidario, será difícil vislumbrar una solución sostenible.
Lorenzo Agar Corbinos
Doctor en Sociología
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