Migrantes y ius solis
SEÑOR DIRECTOR:
Una de las enmiendas presentadas por consejeros del Partido Republicano al proyecto de Constitución propone que los niños nacidos en suelo patrio de madre extranjera en situación irregular no obtengan la nacionalidad chilena de manera automática. De ser aprobada esta enmienda podríamos estar en presencia de un cambio profundo en nuestra forma de otorgar la nacionalidad por ius solis. Así, se haría exigible una línea de sangre para este reconocimiento. Algo similar ha planteado Trump en los EE.UU.
La irregularidad migratoria, sabemos, es una circunstancia no deseada por los extranjeros que arriban a Chile y tampoco por las autoridades nacionales ni la sociedad en su conjunto. Sin embargo, la dificultad objetiva de contar con una migración ordenada y regular no es argumento suficiente para dejar a niños que nacen en nuestro suelo sin nacionalidad. Muy lejos de producir un efecto positivo en la integración social, esos niños pasarían a ser parte de un complejo universo apátrida. Este hecho podría marcar un negativo precedente en el futuro para este grupo al no sentirse acogidos y reconocidos por la tierra en que han nacido. Es más, podrían más tarde volcar su rabia y frustración hacia la sociedad chilena por negarles el derecho a la igualdad con sus pares desde el inicio de sus vidas.
Entre 2010 y 2022 han nacido cerca de trescientos mil niños con al menos un progenitor extranjero. Hoy en día representan un 16 % de nuestra alicaída natalidad. La integración de este grupo no es tarea fácil, en particular para el ámbito educativo. Sumar una dificultad adicional al dejar eventualmente en calidad de extranjero o apátrida a un niño nacido en Chile es muy mala idea.
Confiemos en que la cordura prevalecerá en el debate constitucional y esta enmienda será rechazada en el Pleno.
Lorenzo Agar
Doctor en Sociología
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