Modernización del Estado: una tarea prioritaria

En el actual escenario de estrechez fiscal y con una creciente deuda pública es clave mejorar la eficiencia del Estado. Para ello no sólo se requiere ajustar los gastos sino avanzar hacia acuerdos que trasciendan los ciclos políticos.
El inicio de la campaña presidencial ha puesto una vez más en el debate público el rol del Estado y la capacidad de cumplir con su cometido de manera eficaz y haciendo un uso eficiente de los cada vez más escasos recursos públicos. Es evidente que cualquier gobierno se beneficiará de contar con un Estado ágil y competente. De lo contrario, se encontrará con crecientes dificultades para traducir su programa en medidas concretas que puedan cumplir las demandas ciudadanas en áreas hoy prioritarias como son la seguridad, la salud y la economía.
La creciente desconfianza ciudadana en las instituciones es un hecho indesmentible y en ese proceso la incapacidad del Estado por responder eficazmente a las demandas de la población aparece como un factor determinante. Por ello, el actual contexto de creciente estrechez fiscal debería ser un acelerador del proceso de modernización de las instituciones, no una restricción. En este año electoral las distintas candidaturas presidenciales deberían asumir la urgencia de enfrentarlo. Sin ir más lejos, esta semana el Consejo Fiscal Autónomo señaló que el próximo gobierno deberá ajustar el gasto público en US$ 6.000 millones, lo que ya es un desafío en sí mismo para la futura administración.
Las reformas de modernización del Estado desde el retorno a la democracia han estado presentes en todos los programas de gobierno. Lo cierto es que su efectividad ha sido baja, una mayoría de las reformas han sido reactivas, impulsadas por crisis institucionales y el tiempo de materialización ha trascendido frecuentemente el período presidencial. Dentro de las principales reformas, destacaron la creación del sistema de Alta Dirección Pública para el reclutamiento y selección de directivos, el Registro Civil, los avances tecnológicos que permitieron al Servicio de Impuestos Internos digitalizar la operación renta, como también la reforma procesal penal. Destacaron igualmente los esfuerzos modernizadores en la creación del sistema de compras públicas y la creación de Chile Atiende para facilitar los canales de atención a la ciudadanía.
Es probable que nuevamente se presenten propuestas de modernización del Estado en los programas de gobierno. Sin embargo, las medidas deben evitar caer en la tentación de promover iniciativas que no se condicen con nuestra realidad económica, política, social y cultural. Bien lo remarcó en su reciente visita a Chile el Ministro de Desregulación de Argentina Federico Sturzenegger, que no venía a darle lecciones a Chile, a pesar de la serie de reformas realizadas recientemente en su país. Por lo pronto, el principal impulsor del ajuste fiscal de Argentina fue la correcta decisión de terminar con financiar el gasto público con emisión monetaria por parte del Banco Central. Un problema que Chile resolvió hace más de tres décadas. Por otra parte, en Chile las grandes reformas han estado precedidas de acuerdos técnicos y políticos transversales y no de “motosierras”, que terminan paralizando dichos esfuerzos y condenando al Estado y a los ciudadanos al peor de los resultados que es el statu quo.
Los principales desafíos de modernización del Estado que enfrentará la próxima administración se repiten con frecuencia entre los expertos. Con urgencia se remarca la modernización del Estatuto Administrativo, que desde el retorno a la democracia no ha sufrido cambios sustantivos. La llamada “permisología” para la obtención de permisos para el desarrollo de proyectos de inversión, donde el Estado debe retornar a su rol de facilitador y no lo contrario. La creación e instalación de la Agencia de la Calidad de las Políticas Públicas, una iniciativa que entre otras cosas permitirá ampliar la evaluación de programas públicos y mejorar la eficiencia del gasto público. Como también se debe seguir profundizando el proceso de modernización digital y el uso de inteligencia artificial en Estado para beneficio de los ciudadanos.
También será parte de la responsabilidad de la futura administración darles continuidad a los esfuerzos de modernización emprendidos durante los últimos años. En tiempos de una creciente desconfianza en las instituciones, la gestión eficaz del Estado no puede ser fruto de un esfuerzo intermitente o aislado. Es importante hacer más eficiente el uso de los recursos públicos y eliminar aquellos programas que no cumplen con sus objetivos. Como también deben estar conscientes que, desde el retorno a la democracia, la historia nos ha demostrado que no existen atajos o “balas de plata” para avanzar en dichas reformas.
En este contexto, es fundamental que cualquier reforma de modernización que impulse el próximo gobierno se sustente en amplios consensos técnicos y políticos, evitando la tentación de replicar modelos o estrategias importadas, que no se ajustan a nuestra realidad. Solo así estas iniciativas podrán trascender los ciclos políticos y avanzar de manera sostenida, evitando quedar a medio camino. En el actual escenario de mayor estrechez fiscal la eficiencia y la capacidad de ejecución del Estado son prioritarias. Por ello, es indispensable y urgente emprender esta labor de manera decisiva.
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